Como cual película de antes de Berlanga o del cine español de siempre, así se pueden calificar los hechos y acontecimientos que últimamente estamos oyendo y viendo con nuestros propios ojos en este país de siempre. El asunto del covid-19, de su gestión, de su guerra o de sus batallitas entre farmacéuticas, patentes secretas y gobiernos en las que lo ciudadanos de a pie, al fin y al cabo, somos los conejillos de indias y los que menos importamos en tiempos de «guerra».

Y todo ello antes de que nos llegue la Semana Santa y la cuarta ola o de que los jóvenes franceses, italianos, británicos por la arte peninsular y los alemanes por la parte insular no nos invadan y sigan divirtiéndose a precio de risa y en las calles y plazas de la capital española o de sus islas donde los autóctonos del país están restringidos y confinados perimetralmente o a la buena de Dios. Incongruente y hasta de risa. Los de aquí a comportarnos y los de fuera a abarrotar terrazas, a emborracharse y divertirse y a ir a fiesta ilegales en pisos particulares y pasar la noche al grito del ¡Viva el covid! Ver para creer.

Luego están las quejas por la falta de ayudas económicas reales a los comercios, la hostelería, a los Consistorios, la prolongación de los ertes, el aumento del paro que ya sobrepasa los cuatro millones de parados, las colas del hambre cada vez más largas y preocupantes, las familias en aumento sin poder comer ni, comprar ropa ni vivir en condicione en un piso. Los jetas o sinvergüenzas que se vacunan por delante de los demás sin esperar turno gracias a sus puestos, a su renombre o a la razón que sea. Y mientras, inmunólogos, virólogos y sanitarios alertando por la precaución y responsabilidad de cada uno y por el bien de todos y jugándose la vida día tras día por salvar la nuestra.

Esto no hay quien lo entienda, y cual parodia nacional ahora va y nos salen con que la política se mueve y de qué manera. Políticos tránsfugas, otros que dimiten, otros que dimiten pero no se van, se pasan, otros que dejan el gobierno para lanzarse a la aventura autonómica, otros que convocan elecciones porque se ve el plumero de los demás, según nos dicen. No hay día que no nos sorprendan con algún movimiento o decisión cuasi de exclusiva rosa. Y es que este mundo anda algo revuelto y muy cambiante. ¿Por qué será?. Ya uno no sabe que pensar ni a quién creer. Si lo piensan bien y con detenimiento somos como marionetas a las que mueven sus hilos nuestros políticos a su gusto, como quieren, donde quieren y cuando quieren.

Esto es cuestión de tiempo, como siempre, para que esta parodia nacional ponga definitivamente su fin en esta película tan berlanguesca.