La construcción de una fábrica de baterías para automóviles eléctricos en España, apoyada por los fondos europeos, está desempolvando otra batalla territorial más en nuestro país. Cataluña, Aragón, Extremadura, País Vasco, Galicia y Valencia, están planteando sus territorios como pista de aterrizaje para obtener su asentamiento.

Y una vez más los agravios, recelos y temores se instalan en las instituciones y en las declaraciones de dirigentes territoriales, trasladando a la opinión pública la sensación de que en un tema tan importante van a pesar más los intereses políticos que los empresariales.

Antes de la pandemia, las escasas iniciativas de este tipo se podían diseñar en una servilleta de bar con las factorías chinas como socios, pero en estos momentos, el deseo de la UE de convertirse en el segundo fabricante mundial de baterías en cuatro años , la puesta en marcha de los fondos europeos Next Generation y la imperiosa necesidad de no depender de China, están revolucionando en la UE al sector de la automoción y eléctrico como nunca se había visto.

En esta carrera con múltiples intereses económicos y estratégicos, Extremadura fue la primera comunidad en presentar un proyecto. Una fábrica de baterías española con una inversión de 1.000 millones de euros, utilizando el litio de las minas de Las Navas (Cáceres) , con la participación de la empresa Phi4Tech, el gobierno de España y la Junta de Extremadura.

En este mismo territorio también está en marcha el proyecto Battchain, consorcio de empresas vascas, navarras, andaluzas y extremeñas con una inversión de 1.200 millones de euros, capaz de generar 1.700 empleos utilizando también como base el hidróxido de litio producido en las minas de San José de Valdeflórez en Cáceres.

La Comunidad Valenciana ha creado la Alianza valenciana de baterías con un foro que agrupa a 23 empresas, la Ford, el Gobierno de la comunidad y algunos institutos de investigación de la Universidad de Valencia; la inversión prevista son 2.100 millones.

En Cataluña el proyecto anunciado por el Gobierno de España con el grupo Volkswagen e Iberdrola requiere una inversión de 2.400 millones que aportaran las empresas participantes y los fondos europeos que desde el Gobierno de España se requerirán a Bruselas.

Aragón, por su parte, lleva buscando desde hace dos años un fabricante chino de baterías que se asiente en la comunidad. Los cambios producidos por la aparición de fondos europeos para su desarrollo y el interés del grupo Stellantis en disponer de ella en Figueruelas, hacen que nuestro territorio se plantee como opción viable, con el compromiso del mencionado grupo y las empresas vinculadas al clúster del automóvil de poder invertir hasta 1.000 millones de euros.

Todas las propuestas tienen sus puntos fuertes y débiles. La proximidad al litio como mineral básico para fabricarlas, caso de Extremadura, es un valor fundamental. Qué duda cabe que a nadie le gusta que destrocen parte del territorio con minas a cielo abierto, para fabricar en otros territorios las baterías.

Lo mismo puede decirse de la opción de Seat-Volkswagen en Martorell y Ford en Valencia. Quieren, con estas fábricas de baterías, completar el ciclo del coche eléctrico, pues además de ensamblar piezas, fabrican motores y otros elementos de algunos modelos que aportan valor añadido a la cadena de producción. El fácil acceso al transporte marítimo también les distancia de industrias del sector en el interior de la península, dificultando un abastecimiento cada día más caro y complicado.

En Aragón tenemos una magnífica factoría de ensamblaje de coches, cada día más diversificada en modelos, con una magnífica renta de situación; en un radio de 300 Km. se encuentran casi todas las factorías de automóviles del país, además de 20 millones de personas que concentran el 70% del PIB español. A ello hay que añadirle el buen clima social, la estabilidad institucional y una mano de obra cualificada.

¿Podrá todo ello superar el escaso valor añadido que aporta la factoría de Figueruelas por no tener fabricación propia de ningún elemento? ¿Hay una propuesta empresarial atractiva que multiplique ampliamente los recursos que se piden a los fondos europeos?

Si como parece los fondos Next Generation UE se diseñan con un modelo parecido al Plan Junker (2015/20) en el que un euro aportado debería multiplicare (en este caso por 15) por las inversiones privadas en cada proyecto, tengo la ligera impresión de que los números serán más determinantes que los denunciados agravios y los quejidos territoriales. Veremos.