Son muchas las ocasiones en que los políticos piden sosiego y calma a la población, dicen aquello de que «no es bueno legislar en caliente», es decir que hay que dejar reposar los acontecimientos y después tomar decisiones, piden y exigen a los periodistas y a los medios de comunicación que no sean tremendistas ni alarmistas, ocultan en ocasiones alguna información porque les interesa a ellos, mostrando como excusa la cautela ante la sociedad aunque, eso si, se les llene la boca con la palabra transparencia, y no dudan en prometer aunque luego no puedan cumplir. Esta semana se las han pintado solos para montar un guirigay que nadie entiende y solo genera confusión entre los ciudadanos y se están dando un baño de realidad con la vacunación y con la economía. Crear incertidumbres, como dicen ellos, es muy negativo y en eso están los políticos.

El caos creado estos días en España y en Europa con la vacuna AstraZeneca resulta muy contraproducente para todo. Primero para la población, que lleva un año de tensión, que la gran mayoría ha asumido que la vacunación es la solución a toda esta crisis, y sin embargo ve cómo los europeos volvemos a estar detrás de todos y somos un foco de preocupación mundial. La Unión Europea vuelve a ser la última, esta vez en aprobar vacunas, pero además tiene retrasos en la distribución y toda la logística, y a más y más, crea un follón absurdo cuestionando una vacuna que tiene un caso grave de reacción cada 700.000 dosis. O sea, lo que se dice en los prospectos de la mayoría de medicamentos que recetan los médicos o venden las farmacias. En caliente, los políticos deciden paralizar vacunaciones, algunas comunidades como Castilla y León por adelantados, otras, como Aragón, sugieren poner la inyección a personas de más edad de las que se había dicho en principio, y todo, mientras la Agencia Europea del Medicamento dice que no pasa nada por inocular la AstraZeneca. El caos está servido.

Pero todo esto también es contraproducente para la economía. Ya se ve que Europa, una vez más, va a ir a la cola de la recuperación. Pasó en el 2008, año en el que todos los continentes entraron en crisis, pero luego EEUU se recuperó pronto y con mucha intensidad y aquí costó y no se llegó a estar en el mismo sitio. Pero ahora va a pasar lo mismo. China ya está volviendo a la senda anterior, el plan americano, mucho más agresivo económicamente que el europeo, también está viendo la luz, y en Europa aún no sabemos qué va a pasar con los fondos que es en donde está puesta toda la confianza. Y eso que, en otra alegría política, el Gobierno de España prometió adelantar los dineros de esos fondos. Pero la realidad es que aún no hay dinero, no hay ni calendario, ni hoja de ruta y solo más peticiones, al menos en España, que fondos disponibles para los próximos seis años. Todo esto va a retrasar la ejecución de los proyectos y, por lo tanto, la creación de empleo, algo que se está viendo vital en esos otros países y una lacra en el nuestro a la que no podemos poner coto.

Exageración

Aragón no se va a quedar atrás. La drástica reducción de las previsiones económicas para el país por parte de la vicepresidenta de Economía, Nadia Calviño, se reflejarán en el PIB regional. Se vuelve así a las alegrías de los políticos. Se puede partir de la base de que las previsiones económicas cada vez son más complicadas de hacer por la volatilidad de la sociedad y de los momentos que vivimos, y de hecho pocos organismos aciertan año tras año. Pero de ahí a que tenga que ajustarse en tres puntos esa previsión (el crecimiento se prevé del 6,5% en España, aunque a la hora de hacer los Presupuestos del Estado se apuntó a un 9,5%) es una exageración por no decir que aquello fue una frivolidad. Y así lo dijeron entes como el FMI o el BCE, pero también organizaciones y voces más cercanas y quizás por eso más realistas como el presidente de la Asociación de Directivos y Ejecutivos de Aragón, ADEA, Salvador Arenere. Ya dijeron algunos empresarios aragoneses que participaron en la explicación de los fondos europeos que hizo el presidente Pedro Sánchez en Zaragoza que había pintado un escenario idílico. Aragón necesita también esos impulsos inmediatos, como las anunciadas y firmadas ayudas a la hostelería que aún no están y sobran situaciones de confusión, o las del Gobierno central, que gestionará el autonómico, que se aprobaron hace un mes y aún no se sabe nada de ellas. Todo suma.

La recuperación pasa por la vacunación, pero sin histrionismo. Y después ayudando a los ciudadanos, no complicándoles la vida como con las inyecciones o con la elaboración del impuesto de la renta, o con los retrasos a la hora de saber qué pasará con los certificados de vacunación (vital para el turismo) que países como EEUU ya lo tienen solventado. Hay que vivir al día pero se necesitan políticas realistas y por lo tanto sobran las alegrías y/o ocurrencias de quienes dirigen esa política. Si hay que ajustar el gasto, que se ajuste, si se necesitan medidas complementarias, tómense, igual que hay que intentar ir por delante del virus, no por detrás con las restricciones. Se está viendo que no todo vale y que los ciudadanos cada día desconfían más. Y con razón.