Los Oscar de Hollywood apuntan hacia 'Nomadland', una película de la joven y prometedora directora Chloé Zhao, magníficamente interpretada por Frances McDormand. Cuenta la historia de una norteamericana entrada en edad, llamada Fern, que, al no conseguir enraizarse, o, sencillamente, no querer hacerlo, vaga por la piel de América a bordo de una modesta furgoneta convertida en su hogar rodante. Por esas carreteras del Tío Sam, acampando aquí y allá, irá encontrándose con otros aventureros como ella y residentes en sus casas rodantes, con quienes establecerá relaciones de amistad o de amor.

A través del lento y circular argumento, que invita a reflexionar, iremos conociendo más cosas de la protagonista, datos complementarios o recuerdos válidos para que los espectadores traten de entender el porqué de su rechazo a los convencionalismos de la sociedad.

No a todos, pues, respecto, por ejemplo, al trabajo, Fern se irá acomodando a lo que salga, ya sea empacar en una planta de Amazon, freír hamburguesas en cualquier estación de servicio o fichar como guarda de seguridad en un camping familiar. Fern no se cuestiona el modelo económico, ni si esas multinacionales o empresas franquiciadas que la van contratando son justas o abusivas con sus trabajadores. No hay debate ni planteamiento revolucionario alguno. Tampoco parecen revelarse los nómadas contra el sistema político, ni contra la familia como institución (de hecho, Fern pertenece a una bastante acomodada). No late en ella odio o rencor contra el sistema, no tiene cuentas pendientes ni aspira en apariencia a cambiar nada. Tan solo a abrirse al camino para, a su vez, abrir ventanas a su interior y terminar entendiendo la vida, al ser humano, su relación con la naturaleza, etcétera.

Pero así descrita, la manera de vivir, o de sobrevivir, mejor, de estos nómadas, muy abundantes, al parecer, en numerosos lugares de los Estados Unidos, aquellos, en especial, donde el sueño americano se ha convertido en una especie de anestesiado limbo, responde, más que a un pensamiento, a un estilo de vida. Y eso, pensamiento (y un poco más de acción) es lo que, creo, le falta a Nomadland para ser, en efecto, una gran película. Aunque, si llega a cargar la mano en las ideas, a lo mejor no le dan el Oscar…