Absorbidos por esta pandemia, viene bien acudir a nuestra historia para relajarnos. Éibar fue la primera población en proclamar la república el 14 de abril de 1931. A las 06.30 horas de la mañana se izaba la bandera tricolor en el balcón del ayuntamiento. En Barcelona o Madrid, a las 12.00 y a las 13.00 horas, respectivamente. Este tema es muy conocido. Mas, ¿qué población fue la última en la proclamación? Intuyo que muy bien pudo ser Híjar, mi pueblo natal. Lo explicaré, recurriendo a mi libro La II República en Híjar. El fracaso de una ilusión.

En Híjar no se hizo fiesta alguna para festejar la llegada de la II República, como en otros pueblos del entorno: Albalate del Arzobispo, La Puebla de Híjar, Alcañiz… En la prensa republicana de la época hablan de Híjar, como un pueblo muy de derechas, monárquico y caciquil. El republicano Martínez Novella estuvo en Alcañiz los días 18 y 30 de mayo de 1931, luego visitó Mas de las Matas, Aguaviva, La Ginebrosa, Torrevelilla, Castellote, Alcorisa, Molinos, Calanda, Foz-Calanda, Andorra, Albalate e Híjar. En este último proclamó la república el día 23 de mayo acompañado por 80 correligionarios de Alcorisa y Albalate. El periódico 'Democracia de Alcañiz' aplaudió a los republicanos de esos pueblos, por el recibimiento hecho al buen propagandista Novella, y muy especialmente a los de Alcorisa y Albalate y a todos cuantos le acompañaron a Híjar. Esas visitas hay que repetirlas hasta regenerar al pueblo trabajador de esa villa. La adhesión al Gobierno de la república se produjo oficialmente por parte del ayuntamiento a primeros de junio de 1931, cuando enviaron un telegrama de adhesión al Gobierno y al gobernador civil.

Las enormes expectativas abiertas con la llegada de la república en todo el país, como vemos no eran sentidas en Híjar, o bien los caciques las querían acallar. No obstante, hubo alguna excepción, ya que minoritarios sectores de la población hijarana la recibieron con gran regocijo, como nos cuenta Adela Gálvez, hija del Tío Rullo José Gálvez Oliver, socialista y ugetista, alcalde tras el triunfo del Frente Popular y miembro de los Consejos Municipales durante la guerra civil, que tuvo que exiliarse al final de la guerra: «La II República en Híjar causó el golpe de un terremoto para las derechas. El pueblo ignoraba qué era y significaba la república. Mi padre se encontraba en el monte preparando las tierras y cuando llegó al pueblo sus caballos ya los había adornado con flores las cabezanas».

En Híjar el 12 abril de 1931 no hubo elecciones municipales, como en otros 2.478 pueblos, con un censo electoral de 3,5 millones de votantes, por lo que el ayuntamiento se constituyó según el artículo 29 de la Ley electoral de 1907: «En los distritos donde no resultaren proclamados candidatos en mayor número de los llamados a ser elegidos, la proclamación de candidatos equivale a su elección y les releva de la necesidad de someterse a ella». Por ende, en Híjar las elecciones fueron innecesarias, ya que las 12 concejalías las cubrieron los 12 candidatos.

Las fuerzas vivas que proclamaron la república arrastras, cuya cabeza más visible era Juan Esponera Esponera, concejal y el mayor terrateniente del pueblo, siguieron mostrando su oposición al nuevo régimen. Merece la pena detenerse en la descripción de la visita el 4 de noviembre de 1931 del gobernador civil de Teruel, Manuel Pomares del Partido Radical de Lerroux, por el periódico de Teruel Republica del partido radicalsocialista: «Nos complace enormemente la visita del señor Pomares a Híjar, villa monárquica de toda la vida… Llegamos a las 9.35, encontrando la plaza del Ayuntamiento desierta, sin transitar nadie por las calles, los balcones estaban herméticamente cerrados, ondeando en el ayuntamiento una bandera tricolor, la única que pudimos ver en todo el pueblo. A las 12.35, inspeccionó las escuelas, le acompañamos con los maestros. Hizo observaciones para que también se acate el Gobierno de la república en las escuelas –la maestra Rosario Trinchant se negaba a quitar el crucifijo del aula–. A las 13.05 requiere al Ayuntamiento en pleno en el despacho de la Alcaldía… Solo se niega a venir Esponera y le impone una multa de 500 pesetas, muy bien vista por los republicanos de la comarca, contra los enemigos de la República, que tanto abundan en esta localidad –previamente Esponera había alardeado en el pueblo que no recibiría al gobernador–. Sale del ayuntamiento preocupado, creyendo como nosotros que, en varios pueblos de la comarca, prácticamente no se ha proclamado la república. Rehúsa ofrecimientos y parte, de incógnito, a comer en un restaurante, a muy pocos kilómetros de Híjar, para proseguir hacia Albalate».

Podemos comparar esta visita con la llevada a cabo, dos años antes, el 11 de mayo de 1929, por otro gobernador civil de Teruel, José Mohíno, que fue esperado horas antes en el puente por autoridades locales, concejales, Somatén, comisiones y numerosísimo público. O con la del arzobispo de Zaragoza, Rigoberto Doménech el 4 de septiembre de 1934, que fue recibido con todo tipo de honores por las autoridades y con 3 arcos en la cuesta de la Iglesia. Mientras que Mohíno y el arzobispo se hospedaron en casa de Esponera, Pomares lo tuvo que multar y comer fuera del pueblo. No me resisto a plantear: ¿qué temía Esponera con la llegada de la República?