Las Cortes recuperaron parcialmente la normalidad de un 23 de abril y volvió a albergar el acto institucional del Día de Aragón con premiados y un reducido número de invitados. Un año después de que la celebración se hiciera a puerta cerrada y se convirtiera en un sentido reconocimiento a una sociedad que en ese momento sufría los días más crudos de la pandemia, fue una noticia extraordinaria que de nuevo se pudiera celebrar el solemne homenaje institucional que desde hace una década celebran conjuntamente en el Palacio de la Aljafería el Gobierno autonómico y el Parlamento.

Las galardonadas ayer fueron en sí mismas un premio a toda la sociedad aragonesa. Emilia Nájera, primera anciana vacunada en Aragón, recibió la Medalla de las Cortes e Irene Vallejo, autora del ensayo 'El infinito en un junco' con el que ha cautivado a miles de lectores de 25 idiomas distintos, recibió el Premio Aragón que otorga el Ejecutivo aragonés. Ambas conmovieron al público asistente y a los espectadores que siguieron la retransmisión del acto.

Las intervenciones de ambas llenaron de emotividad un acto que también rindió homenaje al primer presidente aragonés, Juan Antonio Bolea Foradada, fallecido el pasado mes de febrero. Dos de sus nietos izaron la cuatribarrada ante la mirada de sus familiares y de los presidentes autonómicos que ha tenido Aragón a lo largo de su historia.

Nájera representó a las miles de personas mayores que lo han pasado tan mal durante la pandemia. Fue el símbolo también de la esperanza, por ser la primera persona vacunada. Vallejo demostró en su intervención su pasión por la cultura, por los libros, su forma hermosa de contar las cosas y demostrar que una sociedad formada y culta es una sociedad más humana y desarrollada.

También hubo espacio para las habituales intervenciones políticas, la realizada por el presidente de las Cortes, Javier Sada, y el presidente de Aragón, Javier Lambán. Este incidió en su intervención en la defensa del modelo de hacer política en Aragón, cargó las tintas contra la crispada vida política de Madrid y Cataluña y tuvo su discurso su habitual tono reivindicativo y crítico con las políticas del Gobierno central, sobre todo en materia de infraestructuras y de financiación. Su discurso fue tal vez demasiado autocomplaciente y excesivamente crítico con la gestión estatal en tiempos de pandemia, ya que se ha demostrado que la cooperación bilateral ha resultado imprescindible para tratar de luchar contra una crisis sin precedentes.