El presidente del Real Madrid y principal promotor de la fallida iniciativa de la Superliga, Florentino Pérez, utilizó un argumento generacional para defender no solo la creación de una competición limitada a los clubs europeos de fútbol de primerísima línea sino también la introducción de cambios en la dinámica del juego. Según Pérez, las alarmas están sonando ya porque el 40% de los jóvenes de 16 a 24 años no sienten ningún interés por el fútbol.

La cifra puesta sobre la mesa debería relativizarse. No es tan distinta de la de otras franjas de edad. Que el 60% de los jóvenes muestren interés por él es una cifra muy competitiva con otras muchas actividades de ocio. Sí es cierto, con todo, que en cualquier ámbito es preciso ajustar medios y formatos a los intereses de unas generaciones con necesidades y condicionantes muy distintos a las anteriores. Y la promoción de una competición de élite apoyada básicamente en la televisión de pago quizá no sean la solución (la muy dinámica NBA se plantea el mismo problema).

Ya antes de llegar a la situación actual se había producido un primer proceso de alejamiento, el de los jóvenes de los estadios. La supeditación de los horarios a las necesidades televisivas había puesto en crisis la presencia de los más pequeños, una primera brecha sobre la que reflexionar. Y durante el ya año largo de emergencia sanitaria no solo la asistencia a los campos ha estado vetada, sino también otra forma de socialización, la que se produce en torno a las pantallas de los bares.

El mayor o menos descenso de la atención se produce en una etapa, el paso de la educación primaria a la secundaria, de la infancia a la adolescencia, en la que muchos otros hábitos (como la lectura o la práctica de deportes de equipo) entran en crisis. Las causas pueden adivinarse. La influencia del consumo de contenidos a través de móviles no solo introduce una competencia por el tiempo de ocio antes inexistente, en un panorama atomizado (desde las series a la interacción social con los iguales a través de las redes o el consumo de contenidos audiovisuales cada vez más breves y fragmentados) sino que entra en colisión con los hábitos de concentración y atención. El fútbol tiene mucho trabajo que hacer explorando formatos breves y gratuitos (como los resúmenes en Youtube o retransmisiones en Twitch con la implicación de youtubers como se ha ensayado con el fichaje de Ibai Llanos) que quizá no brinden a corto plazo nuevos clientes para las plataformas audiovisuales que sostienen el negocio del fútbol pero sí mantengan el interés y la atención de los seguidores más jóvenes en un periodo de sus vidas en el que tienen otros muchos intereses (y preocupaciones).