La aventura musical de los Héroes del silencio ha inspirado un documental, dirigido por Alexis Morante, que acaba de estrenarse con éxito. Éxito es lo que tuvieron, casi desde el principio, los cuatro músicos zaragozanos integrados en Héroes del silencio: Juan Valdivia, Pedro Andreu, Joaquín Cardiel y Enrique Bunbury.

Para rastrear sus inicios, tal como hace el guión de su película documental, hay que remontarse a los años ochenta, cuando la movida zaragozana hizo nacer multitud de bandas, muchas de las cuales grabarían elepés, apuntando en algunos casos a la fortuna en sus carreras y, en menor número, a futuras fortunas de sus integrantes. Todos ellos veinteañeros por entonces, pero superdotados para la música popular, más concretamente para el rock&roll. Apoyándose en las declaraciones de los propios músicos, de sus managers y productores y, sobre todo, de fantásticas imágenes de la historia de la banda, Morante consigue describirnos la evolución del grupo de una manera interesante y ágil.

El aspecto más humano de estos héroes resaltó en su convivencia a bordo de aquellas furgonetas que, en sus primeras giras y presentaciones de discos, los llevaron por Bélgica, Alemania o tierras españolas. La definición musical del sonido héroes y la talentosa composición de las letras, elementos presentes desde el principio, se fueron afinando a medida que la banda crecía en repertorio y seguridad y era capaz de vender cientos de miles de copias y convocar multitudes con sus poderosos directos.

Durante los primeros años, la armonía entre los cuatro rockeros facilitó la creación y la convivencia, pero poco a poco fueron surgiendo diferencias artísticas y personales. Finalmente, hacia mediados de los noventa, se produciría la ruptura. Mucho más adelante, una década después, los Héroes del silencio regresarían con una formidable gira mundial que los consagraría definitivamente, aunque con posterioridad no volverían a actuar juntos. Su extraordinaria historia queda ahí, en sus discos, en su música, en el imborrable recuerdo para varias generaciones que disfrutaron con su manera, lírica y contundente a la vez, de entender el rock y llevarlo un poco más allá, hacia las estrellas que con tanta fuerza brillaron sobre ellos.