Estos yermos de Aragón solo el olvido los riega, decía la copla de La Bullonera. Las preocupaciones ciudadanas medioambientales difieren en muchas ocasiones de los problemas reales. Nos preocupa el árbol singular pero no los páramos que nos rodean. Clamamos contra la desforestación de la Amazonía, pero no recordamos lo que nos dice la historia o la leyenda, ya en la época de los romanos, de que una ardilla podía ir desde Tarifa hasta los Pirineos sin bajarse de un árbol. Sea o no verdad, si observamos la cantidad de montes pelados, sometidos a una fuerte desertización, hemos sido unos adelantados en esto de la desforestación. Hemos explotado y esquilmado nuestros bosques para hacer carbón, para hacer barcos, o simplemente los hemos quemado para terminar con animales que ahí se refugiaban. Eso ocurría en nuestra región a principios del siglo XX y mucho antes.

El problema medioambiental debiera implicar una respuesta ciudadana y política conjunta. Casi todos los partidos llevan la etiqueta verde, como los electrodomésticos. Buena parte de la población reconoce el problema del cambio climático, nos preocupa el calentamiento global y la deforestación, pero hacemos poco por contrarrestarlo, aunque sea en una ínfima dimensión. Observamos actuaciones aisladas en los colegios, en algunos pueblos, alguna asociación, pero se echa en falta una acción más contundente y coordinada, una política de Estado o al menos de región, de comunidad. El territorio de Aragón es enorme y buena parte lo componen paramos, zonas áridas, extensiones no cultivadas, particularmente muchas laderas de montes, y en estos últimos años se ha incrementado con el abandono de cultivos. Hoy en día plantar árboles no implica el esfuerzo de la posguerra, de hacer agujeros a pico y pala. Hay viveros y planteles, hay maquinaria que facilitan el trabajo y el acceso a zonas difíciles e incluso compromisos de empresas para repoblar, en el ámbito de cierta responsabilidad social de las mismas. Hay muchos conocimientos del territorio, de sus debilidades y sus fortalezas, hay ciencia e investigación de todo lo relacionado con los bosques y la política forestal. Hay, también, políticas europeas y nacionales para restaurar ecosistemas como la Estrategia Estatal de Infraestructura verde y Restauración Ecológicas. En resumen, se dan muchas circunstancias favorables para la repoblación y, además, no descubro nada si una iniciativa así recibiría el apoyo unánime de la comunidad.

Árida geografía

No podemos pensar en llenar nuestra comunidad de árboles. De hecho, algunos expertos no lo aconsejarían porque sostienen que nuestros ecosistemas han desarrollado, con el tiempo, adaptaciones a incendios, sequías y otras perturbaciones que los hace más resilientes. Pero de ahí a lo que se observa en prácticamente toda nuestra paramera y árida geografía, hay mucho recorrido.

Sé que las comunidades autónomas tienen políticas forestales y expertos trabajando sobre el asunto, pero ¿tan difícil sería alcanzar acuerdos entre los ayuntamientos y los propietarios de esos montes y yermos, con el Gobierno de Aragón de Aragón y con los grupos sociales más sensibilizados y con cualquiera que se quiera sumar, para desarrollar actuaciones repobladoras masivas contra el cambio climático? Plantar árboles tiene poca épica. Parece que nuestro ego se cubre mejor manifestándonos un rato en defensa del planeta que en una plantación masiva, anónima, cuyo resultado se verá dentro de bastantes años.

Está muy bien la dimensión paisajística, nos congratulamos de los árboles singulares como la carrasca de Lecina o el arbolado ornamental de pueblos y ciudades, la grandiosidad de muchos árboles que como en el caso del árbol de Oaxaca, el árbol de Tule, una placa nos recuerda que «Ante un árbol así, nada es el hombre», pero nuestra relación con los árboles debe mejorar muy mucho.

No querría dejar de mencionar que en las actuaciones en las que se emplaza a la sociedad, aparecen aquellos que lo mismo dan una clase de sociología, es un decir, que dictaminan cómo debe ser la política forestal. Es decir, comentaristas sabelotodo que lo más que han llegado a ver es una maceta e ignoran que hay estudios universitarios y ciencia sobre la materia forestal. Propuestas, aportaciones, ideas, sugerencias, todas, pero en ésto, como en lo del covid, los expertos saben más que los aficionados. Normalmente.