No contribuyo a sumar… luego… «me voy»: con ese arte que tanto le caracteriza para los golpes de efecto, Mr. Iglesias colgaba los hábitos de la política esta misma semana, después de conocerse los resultados de las elecciones a la Comunidad de Madrid. Borrón y cuenta nueva. Atrás quedaron siete años en las instituciones. Ciao al partido que él mismo fundó y del que ha sido Secretario General durante todo este tiempo. De ministro y vicepresidente, a ciudadano de a pie. Todo ello, en menos de un mes. Un camino que no ha recorrido a ciegas sino que ha sido previamente planificado y diseñado con todo lujo de detalles y estrategias bien calculadas. Y es que, aunque muchos estén mascando vidas, esto es, alegrándose infinito de la salida de la escena pública de la spanish versión de Sansón, el coletas-descoletado (así aparece en las viñetas humorísticas estos días), en absoluto ha perdido su fuelle. Todo lo contrario.

Cual Ave Fénix, renace de sus cenizas, unas cenizas resultantes del fuego que cuidadosamente se ha encargado de encender y mantener vivo hasta el momento propicio. Con los bolsillos bien llenitos, el ego bien saciado, el pisito-casita-mansión bien asegurada, ya solo le queda, vivir de los restos. Regreso al futuro. Sus aulas universitarias; sus devaneos mediáticos, ahora de la mano de súper Roures (líder de Mediapro y dueño de Público); sus palos y cargas dialécticas, pero esta vez desde el otro lado de la barrera, desde donde se ven venir los toros, de maravilla; sus escarceos amorosos diversos, ya fuera del foco público… El paraíso terrenal para un ego de gigante como el de Pablito. Sí suma, señor Iglesias, hoy más que nunca, luego… se queda. Bienvenido a su nueva y mejor vida, maestro.