Vamos a jugar a los libros esos de Elige tu propia aventura. Si usted no quiere seguir leyendo este artículo siga recto. Si ha decidido temerariamente continuar pase a la página 46 de este mismo diario. Si se conecta por internet diríjase a Deportes y entre en la noticia sobre Carrodilla. Luego ya volverá sobre sus clics.

¿Ya ha regresado? ¿Seguro? Me fío. Entonces habrá visto que soy autor polifacético y que en Estadilla hay una campeona con nombre de sierra. Y si no lo ha percibido se lo cuento yo. Esta zagala lleva a su pueblo en el alma, charra orgullosa su lengua materna, apagada, se emociona al hablar de su patrona, de sus casas, de sus amigas, del banco en el lavadero donde se sientan a echar las horas, de las vistas al Pirineo.

Carrodilla quiere estudiar Historia. Y esa facultad no está en Estadilla. Hay un CRA y tra-tra. Luego a Barbastro y a bajar para Zaragoza si hay cabecica y poderes. Su hermano ya danza por la ciudad, como su vecino de Fonz, el carismático Jorge Pueyo, abogado ahora en la capital y defensor del aragonés de Carro en unos informativos que la están rompiendo en las redes. Talento.

Son jóvenes apegados a su tierra y sus orígenes, que aman lo suyo, lo inculcado, la cultura, sin ser unos carcas ni sueñan chiringuitos. Muchos de ellos querrán volver y no podrán, porque su futuro, sus sueños profesionales no encajan en un mundo rural con poca salida de progreso para ellos. Otros lo harán y se conformarán con lo que hay. Serán felices, seguro, pero su potencial no será aprovechado.

Antes, me decían los viejos de Tolva, el que se quedaba aquí era porque muy listo no era. Los espabilados huían. A la ciudad, a la fábrica. Quedaba el pastor y el agricultor, el miedoso, al que no le había dado para emigrar de la miseria.

Los tiempos han cambiado. No tanto para esa juventud más preparada que nunca, universitaria, con máster e idioma, listísima y vapuleada. Es verdad que muchos no ven en este siglo la ciudad como el maná, les atrae más el campo o la granja, prosperar con su negocio o la herencia de casa. Pero las cifras siguen denotando que el éxodo juvenil es latente por la ausencia de oportunidades laborales a su altura, el inmovilismo en la propiedad de la tierra, la ausencia de vivienda… Porque el problema con el que nos encontramos los neorrurales es también de ellos pero con sentimiento de pertenencia. Porque la llamada al campo no es la única salida. La salida es cerrar la salida. Que Carrodilla se quede en su Estadilla, con su patrona y en su sierra. En su pueblo. Y nadie mejor que ellos para defender y luchar por lo que sienten que es suyo.