En la Universidad de Cambridge se imparte la cátedra de Historia del Mediterráneo. Su titular, David Abulafia, lo es también de un libro recién a la venta en España, Un mar sin límites, publicado por Crítica con el énfasis de las grandes presentaciones, pues podría ser uno de los libros del año. Para mí, al menos, lo es.

En su millar de páginas asistimos con asombro a la evolución de la Humanidad en su relación con los mares y océanos.

Como si lo viésemos todo, el nacimiento y la muerte de los pueblos, la construcción y destrucción de sus palacios, los inventos del remo y de la vela, del abecedario y de la rueda desde una perspectiva cenital, esa renovada visión nos invitará a pensar en otra original manera de entender la Historia.

Solo uno ojo experto y, al mismo tiempo, dotado de conocimientos profundos, como el de David Abulafia, o antes como el de Braudel, o antes como el de Mommsen es capaz de contemplar, primero, y de contar, después, los episodios históricos de una manera tan dinámica y entreverada. Estableciendo entre sus enormes movimientos, emigraciones, descubrimientos, colonizaciones, las causas y pautas que los originaron, sin dejar de mencionar las teorías de otros historiadores. En la conquista de Melanesia, por ejemplo, Abulafia es contrario a la teoría de la colonización desde Perú, pero no por eso deja de citar a Thor Heyerdhal y su mítico viaje de la balsa Kon-tiki, que atravesó el Pacífico en sentido contrario a las corrientes oceánicas.

Desde Samoa hasta Isla de Pascua o desde las tablillas de terracota de Sumeria a los más hermosos versos de los poetas árabes viajaremos con Abulafia por todos los tiempos y geografías, en balsas de totora, juncos, paraos o carabelas, a través de estrechos y cabos, costeando grandes deltas, adentrándonos en las ruinas mayas o asomándonos al Egipto milenario desde la borda de cualquier embarcación con mercaderes, aventureros, reyes, soldados, misioneros, esclavos o geógrafos a bordo.

Un volumen prodigioso, cultísimo, amenísimo, para asentar conocimientos sobre las grandes civilizaciones y religiones y para disfrutar de una intrépida y rigurosa demostración de erudición, la de ese curioso marinero y cátedro de historia, David Abulafia.