Las recientes campañas electorales en Cataluña y Madrid no se han referido en ningún momento a un tema que no sólo afecta a estas comunidades, sino a todo el país: el tráfico y consumo de drogas. Como si dicha lacra o fenómeno no existiera, nuestros políticos no han presentado planes de combate, dando por sentado que las cosas seguirán estando como están, o yendo a peor. Porque el hecho de que España sea uno de los países del mundo con mayor densidad de tráfico de estupefacientes y mayores índices de consumo no es sólo una amenaza de futuro, que también, sino hoy, ahora, una realidad estadística, social y delictiva de extrema gravedad.

Estados Unidos, a diferencia nuestra, va concienciándose cada vez más sobre lo que realmente supone tener a un porcentaje de su población enganchada a la cocaína o a las drogas de diseño.

O, todavía peor, a la heroína, como en el dramático caso, basado en hechos reales, que se nos describe en Cuatro días, la nueva película de Glenn Close y Mila Kunis, una convincente reflexión sobre la aniquilación de la voluntad humana y la esperanza por recuperarla.

El argumento de esta película, dirigida por Rodrigo García, gira en torno a la adicción de una joven norteamericana a la que su madre intenta alejar de la heroína. El descubrimiento de un nuevo fármaco que podría ayudarla decisivamente a vencer su drogodependencia sitúa a la joven ante una tesitura que combina la esperanza de la curación con la imperiosa necesidad de volver a consumir. Esos «cuatro días» en que ambas, madre e hija, deberán esperar a que a la joven heroinómana le apliquen el nuevo tratamiento irán discurriendo con una lentitud exasperante y, en todo momento, a cada minuto, con la amenaza de una nueva recaída.

La madre, como un ángel guardián, vigilará cada visita, cada llamada o salida de su hija, quien, en lucha contra el síndrome de abstinencia, desgarrada, enferma, a punto una y otra vez de correr en busca de sus camellos, sufre un calvario. En esa lucha abismal, ambos personajes, madre e hija, sublimarán sus sentimientos y recursos emocionales, apelando a lo más hondo de sus voluntades y conciencias para conseguir una liberadora victoria.

Una película que nuestros políticos deberían ver para concienciarse del problema.