Aurora Dupin (1804-1876) fue una de las grandes escritoras del siglo XIX. Era descendiente por rama bastarda de Augusto II el Fuerte, rey de Polonia, cuyas principales habilidades consistían en lanzar zorros con una honda (tal cual) y engendrar hijos (tuvo más de cien). Como había nacido mujer, y eso estaba muy mal visto para ser escritor, Aurora usó el seudónimo masculino de George Sand, y así se conoce en la Historia de la Literatura.

A los dieciocho años se casó con el barón Casimiro Dudevant, un tipo burdo y soez, cuya principal afición era gandulear por los cafés de los grandes bulevares y frecuentar los prostíbulos del parisino barrio de Pigalle. El matrimonio fue un fracaso, y se rompió en 1832.

Sand, feminista adelantada a su tiempo, tuvo una docena de amantes a lo largo de su vida, entre otros el poeta Alfredo de Musset, el pianista Federico Chopin y el novelista Gustavo Flaubert. Escribió unos ochenta libros (novelas, teatro y ensayo) y centenares de artículos y cartas, y todavía tuvo tiempo para participar en la política francesa entre 1830 y 1848. Era una idealista que quería mejorar el mundo, y defendió las ideas del socialismo utópico y la liberación de la mujer.

En 1848 fue testigo del estallido revolucionario que se desencadenó en París. La violencia desatada y el egoísmo de los políticos acabaron desencantándola, y abandonó el activismo. Denunció que la inmensa mayoría de los políticos se desentendía de los problemas del pueblo y solo buscaba su propio beneficio. Acabó renegando de todos ellos, aunque nunca dejó de preocuparse por cuestiones sociales.

Dedicada plenamente a la literatura, buscó una calificación para describir a los tipos que se aprovechaban de la política para medrar y no para ayudar a los demás, y acuñó esta definición para todos esos: «Patanes mierdiformes», es decir, «palurdos groseros con forma de mierda». Lo hizo en una carta que escribió a su último amante, el escritor Gustavo Flaubert, desde su casa solariega de Nohant, en la región de Berry, el 21 de diciembre de 1867. La remataba así: «Mierdiformes es la palabra exacta que clasifica a esta especie de vegetales nauseabundos». En ese año, Francia era de nuevo un imperio gobernado por Napoleón III, un sátrapa paranoico que siendo presidente de la II República dio un autogolpe de Estado y se proclamó emperador. Mientras esto ocurría, Francia enviaba a sus jóvenes a la guerra con Prusia y estaba azotada por epidemias de gripe, tuberculosis y tos ferina. Es historia; no busquen analogías.