He querido meditar sobre algo que me está sucediendo y que me produce una cierta preocupación, tan es así que incluso me he planteado acudir al psicólogo, pues nadie me ha dicho que le hubiera sucedido nada parecido a lo que les voy a relatar en la confianza del tiempo que ya nos conocemos.

Vivir en Madrid te permite encontrar de vez en cuando a algún diputado, incluso los que se ven por la tele; pues verán, yo no veo al diputado en cuestión, lo que aparece ante mis ojos son los muchos ciudadanos que lo han elegido y por tanto depositado su confianza en él. Y de esto saco la siguiente conclusión: cuando en el Congreso espero verlos hablar de política y de aquellos temas que son de interés para el ciudadano y, sin embargo, lo que hacen es acusarse unos a otros de lo malos y feos que son, lo mismo pasa con los famosos tertulianos de los medios de comunicación que también ponen a los diputados de todos los colores, entonces, me da por pensar que no lo hacen a esas personas físicas que realizan su papel de representación, sino que todo va a las espaldas de esos ciudadanos que han dicho: este es mi representante. Por tanto, mi pregunta es, ¿qué clase de respeto se muestra hacia los ciudadanos cuando han explicitado su voluntad de elección hacia quienes desean que les represente?

Pues en verdad les digo que esta es una preocupación importante para mí, ya que cuando veo el Congreso de los diputados reunido, o las Asambleas de cualquier territorio, o los plenos de los ayuntamientos, les aseguro que aquello que percibo es la voluntad popular, nuestra más clara identificación de lo que significa la democracia, el acto que nosotros, los ciudadanos, hemos realizado en un sentido real de libertad.

Por eso es fundamental que reflexionemos sobre cómo actuamos respecto al sentido que damos a la convivencia. Según la RAE es la acción de convivir y esto a su vez se puede definir por: «vivir en compañía de otro u otros», pero llevado a su significado humano, no es vivir de espaldas entre las personas, es entendernos, es respetarnos, es dejar espacio para la libertad del otro, en definitiva, este verbo es un eje de nuestro título de ciudadano, pues lo contrario es el hecho de vivir en trincheras que miran a su contraria para ver cuándo se produce la oportunidad de atacarse.

Estamos ubicados en el mejor espacio por el que en otros tiempos habíamos soñado, en una sociedad que podemos configurarla de acuerdo con los criterios y voluntades de todos, donde las libertades y derechos individuales no tienen más límite que el respeto a los de los demás que, sin duda, ejercerlos debe tener como equilibrio la responsabilidad que origine el ejercicio de los mismos.

Vivimos en democracia y siento una sensación que se contrapone a lo que significa el sentido real de la misma, pues este modelo de convivencia nos debería llevar al permanente cuidado de ella, esta fórmula no es algo que recibamos gratis, debemos pagar con el empeño de mantenerla viva en su más profunda esencia, pensar que es solo una palabra que utilizamos como adorno para lucirlo los días de fiesta, no solo es una equivocación que se puede pagar muy cara, además, es la negación del verdadero significado de nuestro papel como personas convertidas en ciudadanos.

Cuando pensamos que vivimos en un modelo de sociedad democrática, hagámoslo con la clara conciencia de lo mucho que esto significa. Todos aquellos que vivieron la totalidad o parte del periodo dictatorial tendrán presente la diferencia entre ambas formas de sociedad , y podrán explicar con nitidez cuál es el verdadero significado de la libertad, no la hay si no se es libre tal y como se nace, en plena representación del papel de persona, es lo que somos y debemos ejercer con total dignidad, nunca podemos renunciar a esto y no lo debemos hacer a cambio de lo que sea. Nacemos persona y así moriremos, siendo nosotros mismos, no lo que nadie nos imponga ni por la fuerza ni con engaños.

Si damos por hecho que vivir como hacemos ahora es algo que es así porque sí, estaremos alejados del verdadero significado de lo que cuesta tenerlo y lo rápido que se pierde, y cuando esto sucede es porque no hemos sido capaces de ser conscientes del valor que se nos entrega solo por nacer y lo dejamos perder creyendo que no nos va a afectar a cada uno de nosotros individualmente, y llega el momento de la realidad que nos hace pagar a lo que hemos dado la espalda.

Vivimos ahora en momentos de artificio que da bautizo de realidad a todo aquello que unos y otros ponen por las redes sociales con fines variopintos, unos espurios y otros simplemente ignorantes a lo que ellos mismos transmiten y nosotros lo usamos como verdad de fe.

¿Cuándo nos dedicaremos a entendernos en nuestro papel? Solo cuando eduquemos el pensamiento a través de la cultura y eso nos abra la puerta a identificar los espacios en los que hacemos nuestras vidas. Debemos ser capaces de estudiar, analizar, reflexionar para que tomemos nuestras decisiones y sean sin límites, sin condiciones, sin alteraciones exteriores, solo nuestras y no importa si acertamos o nos equivocamos, no hay nadie que esté en una sola posición, lo importante es que seamos nosotros y no que otros lo sean en nuestro nombre. Libertad solo se puede tener en democracia y esta solo se defiende siendo personas.