Televisión Española, además de castigarnos con operaciones tan ridículas como nuestra risible participación en Eurovisión, concurso al que enviamos sistemáticamente a unos pobres diablos a los que es imposible, ya no votar o aplaudir, sino ni tan siquiera soportar porque ni cantan ni componen ni saben moverse, está preparando algo más serio.

Se trata de un ambicioso documental sobre la figura de Cristóbal Colón. Los huesos del Almirante, conservados en Granada, van a ser objeto de un estudio de ADN que podría cambiar nuestra visión sobre el descubridor de América y, tal vez, la propia historia de aquella increíble gesta.

Mientras los científicos tratan de sacar conclusiones de los análisis genéticos, un recomendable complemento a las biografías colombinas podría ser la lectura del Memorial de los libros naufragados (Ariel) de Edward Wilson-Lee.

Sus páginas nos proponen un recorrido por la vida de Cristóbal Colón, en particular de sus aventuras americanas (1492—1504), y por las peripecias de su hijo Hernando, su primer y mejor biógrafo, amén, asimismo, de gran marino y descubridor.

Personalidad de enorme relevancia tanto en la corte de Castilla como en las ciudades del Nuevo Mundo, Hernando luchó por recuperar los honores y derechos negados a su padre, atesoró una fortuna y se reveló como uno de los mejores geógrafos y científicos renacentistas, además de un bibliófilo exquisito y de tanta envergadura como la biblioteca que llegó a reunir partiendo de la Historia Natural de Plinio, de los Viajes de Marco Polo y de otros volúmenes que le legó su padre, anotados de su puño y letra.

Este Memorial de los libros naufragados nos propone un viaje de ida y vuelta a las Indias a bordo de las carabelas colombinas. Con Cristóbal Colón y su hijo Hernando aprenderemos a intuir el norte magnético; a calcular la circunferencia de la tierra o la diferencia de uso horario entre la desembocadura del Guadalquivir y la del río Ozama; a conocer el alma de los indios taínos, los arrecifes de las playas jamaicanas, el exótico aspecto de los manatíes o los amargos sentimientos de un Almirante obligado a regresar a España cargado de cadenas...

Pero ni siquiera Hernando pudo o quiso contestar a la gran pregunta siempre pendiente: ¿Quién era Colón?