¿Cuál era su anterior ocupación?». «Era escritor. Cuentista». «¡Siguiente!». «¿Por qué quiere este trabajo?». «Por el dinero». «¿Solo por el dinero?». «¿Le parece poco motivo?». «¿No le gusta la idea de vender seguros?». «Me entusiasma». «Ya... Lo leo en su cara». «Oiga, pues me gusta mucho leer, por cierto, ya que saca el tema». «Sí, ¿y trabajar?».

«¿Qué sabe hacer?». «De todo. Y aprendo rápido». «Aquí pone que sabe inglés y francés». «Sí». «¿Qué tal se le da el francés?». «Eh... ¿es una pregunta trampa?».

«¿Tiene coche?». «No». «¿Tiene carnet de conducir?». «No». «¿Por qué?». «Porque no me lo he sacado. Pero si hace falta...». «No, no en principio. ¿Pertenece a algún partido político?». «No». «¿Simpatiza con alguno?». «No...». «¿De qué equipo de fútbol es?». «Pero..., ¿por qué me pregunta esto?». «Por charlar un poco. Total, si no tiene coche...».

«No necesitamos a nadie, lo siento». «¿Seguro?». «Seguro. El sex-shop lo llevamos entre mi mujer y yo. No necesitamos a nadie más». «Vaya.... Yo es que siempre he querido trabajar en un sitio así, rodeado de revistas, vídeos, muñecas hinchables...». «Pues no se crea, no es gran cosa. Pero eso sí, aquí el material es de calidad, de primera». «Claro, claro».

«Oiga, entiendo bastante de cine». «Eso está muy bien, ya lo creo, pero para ser acomodador poco importa, ¿no le parece?».

«Me suena su nombre. Mucho». «Bueno, es un nombre muy corriente». «Ya sé de qué me suena. Claro. Usted es escritor». «Sí..., bueno…, he escrito algunos libros». «Muy buenos, por cierto». «¿Sí?». «Desde luego. Pero..., lamentablemente, este trabajo es serio, requiere concentración, la máxima atención... En fin, no lo veo en esta empresa, la verdad».

«Entiendo».