A Mercedes Penacho y a Luis Miguel Ortego hay que agradecerles que hayan escrito un ensayo tan extraordinario y aleccionador como Arte aragonés emigrado en el lujo del coleccionismo (Prames). Sin duda, el mejor y más completo trabajo de investigación sobre el expolio de nuestro patrimonio acometido en los últimos años. Un libro que, además de una gigantesca denuncia, es un grito de dolor por los tesoros perdidos.

Para ambos autores, su aventura comenzó con la búsqueda del retablo de la iglesia de San Martín de Riglos, del que solo quedaba testimonio gráfico, pocas y antiguas fotografías, pues había sido expoliado, vendido o robado a principios del siglo XX, sin que se supiera su paradero.

Una vez emprendida la búsqueda, Penacho y Ortego se dieron cuenta de que las piezas a encontrar eran muchas más, y procedentes de muy distintos puntos de la geografía aragonesa. Tallas, retablos, portadas, columnas, frisos, frescos, misales, casullas, sagrarios, óleos, capiteles, incunables, gárgolas y un sinfín de elementos arquitectónicos y decorativos de decenas de iglesias aragonesas faltaban de sus lugares originales, ora vendidos por las órdenes religiosas o por los sacerdotes párrocos, ora robados por desaprensivos ladrones de arte sacro.

Ya en los Años 20 había mercado negro (como hoy). La demanda procedía sobre todo de Estados Unidos, cuyos millonarios competían para decorar sus palacios con antigüedades procedentes de Europa. Morgan, Rockefeller, Gulbenkian, Pierpont… El más famoso, Hearts, acomodó en su mansión de California el retablo de Riglos, que había comprado a un traficante y que pasaría a decorar, troceado, los cabeceros de las camas de las habitaciones de sus invitados. Dos artesanados mudéjares procedentes de Teruel serían adaptados a las techumbres del salón comedor y de la biblioteca de Hearts.

La lista de tesoros expoliados de Aragón es espeluznante. La mitad del arte románico y gótico exhibido en el mal llamado Museo Nacional de Cataluña es de procedencia aragonesa. El Vidal Mayor está en el Museo Paul Getty; la Virgen de los Ángeles de Tarazona en la Fundación Lázaro Galdeano; la portada de Esquedas en el Museo Marès y, por los museos de medio mundo hay repartidas centenares de piezas más...

Un desastre.