En la transición hubo muchas manifestaciones, por toda España, en las que se gritaban consignas similares a la del titular. Los ciudadanos querían mostrar su rechazo al régimen anterior y demandaban uno nuevo, democrático. Con la entrada en vigor de la constitución, el 29 de diciembre de 1978, se dieron por cerradas aquellas reivindicaciones y se abrió un nuevo camino, el del Estado social y democrático de derecho, tal como recoge el primero de sus artículos.

Hoy sería difícil de entender que hubiese una manifestación pidiendo amnistía y autodeterminación. Mucho más difícil es comprender que quien lo haga sea el presidente del Gobierno de la comunidad autónoma de Cataluña.

Amnistía y autodeterminación

Ese señor, Pere Aragonès García, ha tomado posesión de su cargo tras unas elecciones y una votación en el Parlamento, todo ello de acuerdo con el Estatuto de Autonomía que se aprobó conforme a lo estipulado en la Constitución. En el discurso de su toma de posesión ha expresado ese deseo: amnistía y autodeterminación, y lo ha fijado como el objetivo de su Gobierno. Este presidente tiene estudios y algunos asesores, que saben leer y escribir. Conocen, por tanto, que los dos deseos que expresa son claramente inconstitucionales.

Una amnistía es una decisión política que tiene su sentido cuando se quiere poner en libertad a personas, a una pluralidad de ellas, que han sido detenidas por un régimen político como el que había en España antes de la transición. En un régimen democrático es inviable, ya que las detenciones y encarcelamientos son conformes al estado de derecho fijado en una constitución. Por eso en la nuestra sí se contemplan los indultos individuales, que concede el gobierno, y se prohíben los indultos generales o amnistía (art. 62 i). Otro tema, aunque relacionado con lo que estamos tratando, es el de los indultos individuales a los condenados por el procés. Si yo me los planteo como un ciudadano de a pie debo decir que no me gustaría que se concediesen, ya que los delitos fueron muy graves y el daño que pretendieron hacernos a muchos españoles, catalanes incluidos, fue enorme, por lo que cumplir sus condenas sería lo razonable. Si me hago el planteamiento de otra forma, digamos que tratando de meterme en la cabeza del presidente del Gobierno, la respuesta sería otra. La obligación del poder ejecutivo es trabajar por el interés general de los ciudadanos y tenemos que admitir que en Cataluña hay un conflicto muy grave y es posible que una medida como el indulto pueda ayudar a mejorar esa situación. No resuelve nada, pero tampoco empeora el conflicto y podemos suponer que mejorará las relaciones entre los gobiernos de España y de Cataluña, lo que no es poco. A efectos electorales creo que a Pedro Sánchez le perjudica concederlos, pero es valiente, lo ha demostrado con creces en el pasado, y creo que los concederá.

Sobre la autodeterminación hay quienes afirman que está reconocida por la ONU pero lo hacen sin leer detenidamente, porque no quieren hacerlo, las resoluciones que tratan este tema. Para no pecar de parcialidad en mi opinión, me limitaré a recomendar a los interesados en el tema que acudan al dictamen del Tribunal Supremo de Canadá, de 20 de agosto de 1998, en el que se explica con toda claridad la inconstitucionalidad de la secesión y la inviabilidad de acuerdo con el Derecho Internacional de la autodeterminación o intento de separar una parte de un Estado del conjunto. Es evidente, por tanto, que el propósito del señor Aragonès García no se ajusta a derecho alguno, ni interno ni internacional.

Si sabe que esas dos propuestas, amnistía y autodeterminación, son contrarias a la normativa vigente, la pregunta que debemos hacernos es clara: ¿por qué las hace? Y aquí ya tenemos que movernos en el campo de la especulación. Para mí la respuesta es clara: para decirles a los suyos, cuando el Gobierno de España les niegue cualquier posibilidad de alcanzar esos dos objetivos, que no los quieren, que no hay diálogo posible. Debo decir, en favor del actual presidente de la Generalitat catalana, que también ha dicho que no intentará alcanzar esos objetivos de forma unilateral. Me gusta que haya dicho esto, pero me desconcierta, ya que está afirmando algo y su contrario, puesto que no puede por vía legal y no va a intentar la ilegal. Es difícil de entender.

La política catalana ha sido en los últimos años un verdadero horror, no es fácil imaginar tanto disparate junto. Las relaciones entre los gobiernos de España y de Cataluña son piedra angular en esta política. Lo que quieren ellos ya lo sabemos, un imposible. Al presidente Sánchez debemos pedirle otro imposible: que trate de encauzar el conflicto.