Anda buena parte del personal revuelto y convulsionado con el asunto de los posibles (o no, ya se verá) indultos a los políticos catalanes presos y condenados por el Tribunal Supremo por todo lo ocurrido durante el llamado Procés; aunque me parece que la mayoría de los ciudadanos andan más preocupados por la subida de las tarifas de la luz, por cómo acabar de una vez con la maldita pandemia o por la corrupción y latrocino de lo público, que no cesa.

Los partidos de la Derecha han puesto el grito en el cielo ante los globos sonda que han ido lanzado en las últimas dos semanas varios miembros del Gobierno, que, a pequeñas dosis pero de manera orquestada, van dejando caer que esos presos tal vez sean indultados, quizás, supongo, en la primera semana de agosto, que es cuando los ciudadanos están más desconectados por eso de las vacaciones y el calor.

El indulto, una prerrogativa del Gobierno normada en el siglo XIX (que ya les vale) que se debe justificar con argumentos, no es nada extraño en la historia reciente de España. De hecho, desde 1977 todos los gobiernos que en España han sido, han concedido casi dos decenas de miles de indultos. Los presidentes Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González (5.944), José María Aznar (5.948, récord absoluto), José Luis Rodríguez Zapatero (3.381), Mariano Rajoy (898) y Pedro Sánchez (unos 100 por el momento) han indultado a golpistas, terroristas, asesinos, mafiosos, sediciosos, políticos corruptos, corruptos habituales, banqueros estafadores, defraudadores del fisco, prevaricadores, malversadores, evasores fiscales, violadores, ladrones y demás variados tipos de criminales y delincuentes de todo género, estirpe y condición.

Muchos de los indultados nunca manifestaron arrepentimiento por los delitos cometidos, por los que fueron condenados por los tribunales, ni han devuelto lo que robaron, ni han reparado los daños causados; y algunos, ni siquiera pisaron un solo segundo la cárcel.

Ahora, cual espada de Damocles, pende sobre la política española la cuestión de los indultos a los independentistas catalanes, pero si el procesamiento, ya iniciado, de María Dolores de Cospedal y de su esposo por los presuntos delitos de los que son acusados deviene en una condena, no les extrañe que los que ahora protestan de manera tan airada, pidan el indulto para la exsecretaria general del PP. Y, si esa pareja acaba en la cárcel, no les quepa duda de que acabarán indultados. Y en ese caso, el color del Gobierno será lo de menos. Al tiempo.