Hace unos días el señor alcalde de Huesca, Luis Felipe, en unas declaraciones poco afortunadas nos informaba de que las asociaciones vecinales habían cumplido su misión en los años 80, dejando caer que poco o nada tenían que hacer en la vida pública. Y, como un gesto de su buen hacer, nos comunicaba que iba a hacer un portal web para la participación de las y los vecinos. No sabemos si se refiere al apartado de quejas y sugerencias que hace años que funciona o, mejor dicho, no funciona, o, por el contrario, pretende aumentar la brecha digital con algunos colectivos.

Ya siento que el alcalde vea prescindibles a las asociaciones vecinales de Huesca y a la Federación que las agrupa. Es cierto que estas no le susurran al oído cosas bonitas, más bien son críticas con su gestión y, sobre todo, con su poca o ninguna habilidad para practicar la participación en su Gobierno. Da igual que nos esforcemos en mandar escritos, formularios y demás papelería. Da igual que nos expresemos claramente en las distintas reuniones y consejos. Nunca obtenemos una respuesta o, si la hay, a menudo la incumplen. No queremos que ejecuten nuestras peticiones pero, al menos, que den fe de vida porque la participación requiere estímulos y respuestas. Por ello, nos obliga constantemente a mandar comunicados a la prensa porque sabemos que, al menos, nos leerá con agrado.

Déjenme hacer un inciso. La participación ciudadana es un pilar fundamental para el devenir diario de la ciudad. Es tan importante que el pasado abril se aprobó en el Parlamento Europeo el Reglamento (UE) 2021/692 por el que se establece el Programa Ciudadanos, Igualdad, Derechos y Valores con un presupuesto de más de 1.400 millones. El objetivo fundamental es proteger los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, estado de derecho y respeto de los derechos humanos. Su deterioro, en cualquiera de los estados miembros, puede tener consecuencias perjudiciales. Son tiempos de extremismo, de radicalismo y de división. Por eso hace mal el máximo representante del ayuntamiento al bombardear los procesos participativos y las demandas de la sociedad civil y atacar personalmente a sus participantes. Porque esas acciones no son inocuas.

Cuando hacemos demasiado ruido nos desacredita pública y personalmente demostrando que su capacidad democrática está muy mermada, pues los agentes sociales son básicos en el devenir de la vida de la ciudad. En las asociaciones vecinales hay de todo y a nadie se le exige ningún carnet, puedes ocupar cualquier cargo pues no se cobra nada. El diálogo civil debe ser básico, abierto y continuo. Debe creer que, con una votación cada cuatro años, tiene barra libre en la ciudad. Cuando habla de ideología yo le pongo dos ejemplos muy sencillos: uno lo tiene en el Gobierno de Aragón, con su cuatripartito, que fomenta la participación con un convenio exclusivo con CAVA- Aragón (Confederación Aragonesa de Asociaciones Vecinales de Aragón), una de sus condiciones es que se trabaje con las tres Federaciones aragonesas de Huesca, Zaragoza y Teruel. Otro lo ejemplifica la alcaldesa de Teruel, del PP, que fomenta la participación con un convenio con la Federación de Teruel y, además, impulsa los presupuestos participativos con 600.000 euros.

Aquí nos ofrecen la generosa cantidad de 63.000 euros a los más de 20 representantes de asociaciones de la ciudad que representan a otras tantas asociaciones. La verdad es que produce sonrojo solo mencionarlo, sabiendo que han tenido más de tres millones de remanentes. Entenderán que no podemos susurrarle nada bonito.

La participación, que debería ser eje central de su actividad política, se la merienda este equipo de Gobierno todas las tardes con patatas fritas. Voy a enumerar unos pocos ejemplos que no tienen más objetivo que ilustrar que las pequeñas acciones pueden ser verdaderas armas de destrucción participativa. También de indigestión si no se manejan con humildad.

Hace unos meses asistí como representante de la Federación a una reunión para hablar del plan del Perpetuo Socorro. Fui muy crítico porque en ella no estaba el representante de la asociación vecinal. En las reuniones siguientes a quien se vetó fue a la Federación.

Durante más de tres años la Asociación María Auxiliadora, junto con más agentes, trabajó con el Consejo de las niñas y de los niños en los caminos escolares, pensando, entre otros detalles, en aceras anchas y sin barreras arquitectónicas. Arreglaron la avenida Monreal y las farolas, que antes estaban fuera, ahora lucen en medio de la acera. Protestamos. Ya no nos citan a los consejos porque no somos parte integrante.

Tampoco querían que la Federación estuviese en el Consejo Sectorial de Medio Ambiente. Tuvo que ser precisamente el Consejo de Participación Ciudadana quien neutralizara esa intención. Presentan una plan de regeneración que afecta a los barrios de la ciudad y solo invitan a uno, vetando a la Federación. Proponen un grupo de trabajo para el entorno de la Catedral y excluyen a la asociación vecinal Osce Viella, una asociación ejemplo de lucha incansable y defensa de nuestro patrimonio.

Exhiben la maqueta de la residencia y edificio de uso público en el solar de Textil Bretón, que tanto tiempo llevaba reivindicando la asociación del barrio San José, y ni la invitan. Al Consejo Escolar tampoco nos citan, siendo parte integrante.

En cuanto al Seminario, se desoye la participación de la sociedad civil y, al final, ni tendremos fondos ni Seminario. Este año, invierten más de un millón de euros en instalaciones deportivas y se niegan a abrir la piscina cubierta durante el mes de julio, a pesar de ser una demanda histórica.

No es de extrañar que acabemos exhaustos intentando expresar y defender nuestra opinión, que nos falte la fuerza ante tanto obstáculo, que primen más los estómagos agradecidos que las horas altruistas que dedican muchas personas en las asociaciones vecinales y no vecinales, que den ganas de dejarles que monten su chiringuito y que un día, subiendo al ayuntamiento, mires a un lado y al otro, y te desvíes para tomar un refrigerio porque, al menos, participas contigo mismo.