Terminales mediáticas afines al Gobierno se consagran desde hace días, en telediarios y tertulias, a «vender» los indultos a la opinión pública. Nos dicen y repiten los afectos a Moncloa que aquella sentencia judicial, enchironando a los indepes, no casa ya con la reconciliación ni pacificación de Cataluña.

Que no «suma». Antes bien, que «resta». Hay que ser más inteligente, esto es, muy clemente, y seguir al pie de la letra los mandamientos del nuevo Evangelio de Pedro (Sánchez). Sus proféticos mensajes nos llevarán a un país de leche y miel, resultando de la prosperidad y buena vecindad el impagable tesoro de la paz.

Pero, antes de alcanzar la tierra prometida, hay que salir a los caminos, nos insisten los discípulos de Sánchez, hay que predicar y dar trigo (nuevas competencias para la Generalitat). Hay que aprovechar la disposición del Judas Junqueras y el alejamiento del templo catalán de los sumos sacerdotes del herético procés, y del exiliado Caifás, Puigdemont, para dialogar, perdonar y reconciliarse según el nuevo espíritu de Moncloa. ¿Será coincidente esa evangélica nueva del Gobierno español con el espíritu antes satánico del Gobierno de Cataluña? ¿Se habrá convertido también el otro Pedro, Pere Aragonès, en hombre bíblico, en patriarca de la solidaridad y del amor? No se sabe, pero vale la pena poner la otra mejilla.

Enfrente, la derecha opina lo contrario. Mientras escucha incrédula los «cuentos» de Moncloa, el último «relato» de sus amanuenses y evangelistas, se ha puesto a hacer cuentas electorales.

Desde el punto de vista de PP, Vox y Ciudadanos, la concesión e indultos por parte de Sánchez restará suficientes votos al PSOE como para repartírselos entre las tres formaciones. Al no ser la medida de gracia flor de un día, sino espinoso cactus en el jardín de Moncloa, Casado, Abascal y Arrimadas podrán prolongar los alfilerazos, la picazón y tormento en la piel del Gobierno recordando a los votantes una y otra vez, hasta las próximas elecciones generales, que Sánchez «vendió a la justicia» y «liberó a los golpistas». La derecha no necesita nuevas revelaciones ni evangelios. Tiene bastante con el Código Penal, sobre todo si se endurecen sus castigos a «sediciosos» y «traidores».

Dos Españas…