En España tras la llegada de la pandemia se ha extendido la idea, que va calando, de «todo va mal», o que «se prohíbe que algo vaya bien». No hace falta haber estudiado sociología o ciencias políticas en la Universidad de Harvard para descubrir qué partidos políticos o medios están interesados en sembrar un pesimismo asfixiante en la sociedad española. Afortunadamente para los españoles hay aspectos positivos en este presente y también cara el futuro, como para elevar nuestra moral.

Poco ha en este medio escribí un artículo La respuesta de la escuela ante el covid-19, destacando que nuestro sistema educativo ha estado a la altura de las circunstancias ante la pandemia por la labor de las administraciones sanitarias y educativas; equipos directivos, profesores, personal no docente, alumnos y los padres. ¡Qué poco se ha destacado este hecho! Solo es noticia lo negativo.

Hace unos meses se cuestionaba el proceso de vacunación, especialmente que no se alcanzaría la previsión del Gobierno para alcanzar la inmunidad del rebaño. En la primera semana de junio ya hay más de 10 millones con la dosis completa y más de 19 millones con una dosis. De momento, la vacunación va a toda marcha, destacando la gran labor de nuestro sistema sanitario público. Salvo algunas irregularidades al principio, como las de los funcionarios de la Consejería de Sanidad de Murcia, algunos miembros del alto clero y del estamento militar, la vacunación se ha llevado de acuerdo con unos criterios justos y sin privilegios, y con las lógicas prioridades: trabajadores de servicios básicos, determinadas patologías o por edad ¿Cómo se hubiera realizado la vacunación de haberla dejado en manos del mercado? Han surgido problemas sobre la conveniencia de una u otra vacuna entre la población, propiciada en parte por una sobreinformación y por la deslealtad política. Entiendo que se deberían seguir las directrices del Ministerio de Sanidad. De no ser así, se resquebraja la confianza en las instituciones del Estado. Por otra parte, debemos sentirnos los europeos unos privilegiados de disponer en un año de una vacuna. Ha sido todo un milagro de la ciencia. En países del Tercer Mundo no hay opciones de elección entre la AstraZeneca o la Pfizer.

Entre las secuelas más graves de la pandemia, además de una mortandad terrible, está una crisis económica y social fortísima. Caída del PIB, incremento del paro, contenido en parte por los ertes. Gracias a los fondos europeos de recuperación Next Generation hay buenas perspectivas. Según diferentes organismos internacionales como la OCDE, España será el país de la zona euro que más crezca tanto en 2021 como en 2022, con sendas alzas del 5,9% y el 6,3% en el PIB, en sintonía con las previsiones publicadas recientemente por la Comisión Europea. Entre las principales economías desarrolladas, solo se sitúan por delante de España en 2021 Canadá, con un crecimiento del 6,1%; Estados Unidos, con un 6,9%; y Reino Unido, con un 7,2%. El mes de mayo ha supuesto un descenso del paro, el mayor de la historia, de 129.378 personas. La Seguridad Social ha ganado 211.923 afiliados en su mejor dato desde 2018. Se recuperan así los niveles absolutos de empleo previo a la pandemia: 19,27 millones de afiliados que superan los niveles de febrero de 2020. Tampoco se han destacado estos datos convenientemente. Quienes no lo han hecho, ellos sabrán los motivos.

Por último, el anuncio de los indultos a los presos del procés puede servir para encauzar el problema de las relaciones entre Cataluña y el resto de España. Con un president de la Generalitat, como Pere Aragonès, que no tiene nada que ver con los Torra y Puigdemont, mucho más razonable y con un Govern mucho más técnico, centrado en las urgencias del momento, en sanidad y recuperación económica, se abre la posibilidad de reconducir el conflicto. Salvador Ila muestra una oposición no frontal e identitaria como la representada por Ciudadanos y parece estar predispuesto a pactar todo aquello, incluida la aprobación de los presupuestos, que ayude a salir del embrollo político, superar la pandemia y encarrilar la economía. Ahora de lo que se trata en Cataluña es de gobernar y recuperar el tiempo perdido. En Madrid parece que ya lo están percibiendo. Algunos ministerios ya han recibido llamadas desde el Govern para poner fechas a reuniones para hablar de temas pendientes. Sánchez y Aragonès ya han acordado una reunión en el mes de junio. En definitiva, se abren unas expectativas mejores tras los indultos. No es la solución definitiva al conflicto, pero sí que aportará un nuevo clima. Los partidos políticos patriotas no deberían dinamitar este resquicio de luz para salir de este túnel tenebroso, del que ellos en una parte importante son responsables. Hay que señalar, se les olvida a esos partidos patriotas, que el mayor beneficiado de esta medida de gracia será la economía española. Cataluña es uno de los principales motores económicos y una situación de enfrentamiento frena las posibilidades de crecimiento en Cataluña y también en el resto de España e impide que se ponga el foco en la gestión.

Frente a una cultura del miedo, del sufrimiento y de la muerte que nos quieren imponer desde determinadas opciones políticas y mediáticas, los españoles, tras vernos inmersos en la calamidad más grande en cien años, tenemos derecho a la esperanza, la felicidad y la vida.