Los focos apuntan a Jorge Azcón por cumplir su segundo cumpleaños como alcalde. Tras una legislatura funesta con los comunes de Santisteve, el ecuador de la legislatura ya es motivo para la valoración del gobierno de Azcón con Ciudadanos. Y con el siempre beneplácito de la ultraderecha en los momentos clave.

El gobierno PP-Cs saca pecho por lograr la reactivación de la ciudad tras años de parálisis y donde las fisuras se perciben de puertas para dentro con roces más que anecdóticos. Se puede decir que hay un tándem sólido. Las dudas electorales en la política nacional no lastran ni al PP ni a Ciudadanos. En Zaragoza todo marcha según lo previsto.

Quizá lo sorprendente es que sea el gobierno de Azcón quien haga y deshaga a su antojo lo que proyecta para Zaragoza sin una oposición capaz de hacerle sombra. Hay un vacío más que evidente en la izquierda: ni la socialista Lola Ranera encaja un discurso que tenga hueco ni la dupla Santisteve-Rivarés sabe qué hacer para que la ciudad olvide su gestión. Es cierto que la pandemia ha trastocado todo y en estos 15 meses los ataques de la oposición han preferido hacer cuarentena. Pero pasan los días y no endurecen su crítica. El mejor ejemplo ocurrió hace pocos días: la primera comparecencia que pide Lola Ranera al alcalde Azcón y trata sobre la publicidad institucional.

Otro ejemplo es la crítica de la izquierda a un plaza porque no lucha contra el cambio climático. O negarse a un hospital privado que dará cientos de empleos. Quizá no sepan liderar una oposición a un gobierno que tiene velocidad de crucero. O que el problema no sea sólo de líderes sino de equipos. Las dudas sobre los liderazgos de la izquierda ya están encima de la mesa de sus partidos y deberán despejarse mientras el alcalde Azcón se patea la calle con la pretensión de ser otra vez candidato. No hay relevo ni fuelle en la izquierda. Y como todo gobierno, Jorge Azcón necesita una oposición.