No existe la envidia sana. Si es sana, no es envidia. El problema de la envidia no es que queramos lo que tienen los demás. Lo malo es que deseamos, sobretodo, que no lo tengan. Las comparaciones son odiosas cuando son envidiosas. Crecemos entre la contradicción de la envidia como pecado capital y el ánimo familiar y educativo a ser mejor que los otros. La religión nos llevaba a envidiar a los buenos porque se salvarían en otra supuesta vida. Pero la envidia hacia lo bien que se lo pasaban en esta los malos, no tenía nada que envidiar. La sociedad de consumo vive de la envidia para adquirir más.

La consecuencia es que así seremos más. ¿Más que quién? Nos cuesta ser mejores que nosotros porque solo nos han enseñado a serlo frente al resto. Si me permiten una maldad sobre el egoísmo de los genes (con permiso de Richard Dawkins), incluso el espíritu de superación personal se utiliza como mecanismo de envidia. La envidia es el odio silencioso, y el odio es la envidia en acción. Muchos cuentos infantiles se basan en la envidia para impartir doctrina. No se puede ser escrupuloso con historias que se relatan en el entorno de una época, en la que cuestiones como la igualdad o las libertades ni estaban ni se les esperaba. La animación ha sabido adaptarse para fomentar valores de actualidad. Criticar hoy el conservadurismo de Walt Disney es tan fácil como impensable hubiera sido que versionara el cuento de los Grimm con una Blancanieves de raza negra. Salvo por el esclavismo de la madrastra, claro. La inseguridad de la malévola Reina Grimahalde le lleva a transformar su envidia en odio, a base de un «manzanicidio» de tan nefastas consecuencias como el que provocó en la humanidad la serpiente tentadora con Eva.

El poder está lleno de política. Pero no toda la política implica poder. Hablamos de un compromiso que, en ocasiones, conlleva dedicación profesional. Pero la mayoría silenciosa trabaja sin remuneración. Que se lo digan a los concejales del ámbito rural. El problema surge cuando se utiliza el poder de la política para el enriquecimiento propio, sea familiar o de un Estado. Pujol y sus hijos irán a juicio, por exceso de limpieza hacia sus cuentas, aprovechando su influencia. Jordi, y sus siete «pujolitos», estaban más comprometidos con su bolsillo que con su país. Su «catalanismo», que tan bien aprovecharon con Aznar y González, era la mejor tapadera para sus trampas. Lo siento, prefiero un independentista honesto que un constitucionalista corrupto. Y su viceversa honesta, por supuesto. Aunque me conformo con que todos seamos ciudadanos honrados.

Comprendemos y compartimos la repugnancia hacia la corrupción. Pero nos cuesta más ser solidarios con otros países y culturas. Si eres un político corrupto formas parte de la escoria pública. Pero si tu país, o tu continente, se hace cada vez más rico, esquilmando recursos a otros, es que la economía funciona. Sentimos bien nuestra propia envidia hacia los que más tienen, pero desconocemos la que tienen en el resto del mundo hacia nosotros, por el bienestar que disfrutamos. El racismo empieza por, «los españoles primero». La solidaridad, por la humanidad y nuestro planeta en primer lugar.

Ahora que el ritmo de vacunación nos llena de seguridad, conviene recordar que la protección, o es global o solo será un parche ineficaz ante nuevas variantes de virus, si no compartimos un modelo universal de sanidad preventiva y curativa.

En España, vuelven las sonrisas y la ironía gestual. El próximo sábado nos leemos, sin mascarilla, al aire libre. El cerebro tendrá que volver a cambiar las pautas de reconocimiento. Europa nos hará llegar 140.000 millones de euros. Sánchez se entrevistó con Biden. Sin duda, un satisfactorio «cruising» político a una semana del MADO´21.

La izquierda pondrá tope a los alquileres en zonas problemáticas. Ante la subida de la luz, Teresa Ribera debería recuperar el lema leninista que definía al socialismo como «soviets más electrificación».

La renovación sigue en las izquierdas, mientras las derechas casi se ahogan en su baño anual del «Jordán» de Colón. Belarra, es la nueva jefa de Podemos, aunque las elecciones serán de Yolanda, con una «y», tan griega como el nombre del aragonés mejor «evaulado», Athanasios. Un éxito de la enseñanza pública, desde el instituto Miguel Catalán»de Zaragoza.

El PSOE andaluz despide a Susana Díaz con su militancia en pie de voto. Mala noticia para Lambán. Cuando el aura de la ¡oh! diosa trianera veas apagar, pon la tuya a recargar.