El 12 de marzo de 1986, el Gobierno español consiguió dar la vuelta a la tortilla y el entonces presidente del Gobierno, Felipe González, ganó el referéndum para que España permaneciera en la Alianza Atlántica, en la OTAN, de la misma manera que estaba desde que el país ingresó de la mano de Leopoldo Calvo-Sotelo. En menos de cinco años revolucionó y giró la postura de los españoles. Cuando España ingresó en la OTAN había un 52% de la población en contra, un 18% estaba a favor y un 30% no tenía claro su posicionamiento. Los socialistas cambiaron de opinión y con ellos la población. Con una participación en las urnas del 59,42%, votaron sí a seguir en la organización un 52,5%, frente a un 39,85% que dijo no y un 6,54% que votó en blanco. La campaña electoral fue muy dura, para los socialistas y para los demás, pero la cúpula del PSOE logró su objetivo. A la larga se ha visto que fue bueno para España. Más de 35 años después, el país vive otro momento histórico con los anunciados indultos a los independentistas catalanes condenados por el llamado procés de Cataluña. Y puede que con cierto paralelismo. Los socialistas otra vez están en el poder; el presidente, Pedro Sánchez, primero opinaba que no había que conceder esos indultos y ahora ha cambiado y dice que sí. Y la población, los partidos, los políticos, los empresarios..., que están divididos, da la sensación que están haciendo un camino hacia el sí, o al menos hacia posturas menos radicales. Hay encuestas que hablan de que un 53% de españoles rechazan los indultos ahora, un 29% los concederían y un 18% no tienen opinión al respecto. Pero el sí cotiza al alza.

Es lo que se está viendo en el conjunto del país, una evolución del no hacia un sí más o menos condicionado a que los indultos a los condenados catalanes sea la mejor manera de buscar un alivio político en Cataluña. El mal menor. De forma que se ve a la derecha, y sobre todo al líder popular, Pablo Casado, más solo, aunque siempre le quedará la ultraderecha. Ahora parece que ni los empresarios ni la iglesia (catalana) le secundan en esta materia. Quizá por eso ha lanzado ese mensaje tan poco democrático de que «somos los políticos, los que nos hemos sometido a las urnas, los que tenemos que hablar de estas cosas». Como vetando a todo aquel que opina, por supuesto distinto de él, aunque hace unos días pedía a la gente normal y corriente que sí hablara sobre los indultos y se manifestara en la calle, con una firma o yendo a la plaza Colón de Madrid. Pero en estos días, Casado ha ido a la calle a encontrar el apoyo y encontró lo que encontró, poco quorum y mucho ultra. Pero también ha ido al Congreso, donde están esos políticos que han pasado por las urnas y que, según él, son los que tienen que opinar de esto, y perdió una moción nada menos que por 190 votos. Y también ha ido con los empresarios y ha perdido su apoyo. Quizás por eso ha decidido ejercer esa manera elitista de hablar. El único que no tiene que hablar de los indultos es el Rey, justo al que hace pocos días pedían su opinión desde el PP... En fin.

El presidente Sánchez dará mañana un nuevo paso con un acto en Barcelona donde dejará claro el por qué de los indultos, el cómo y el cuándo. Como un paso más de la ferviente campaña socialista de 1986 a favor de la OTAN. Quizás muchos sigan avanzando en ese viaje del no al sí. El propio expresidente Felipe González ha pasado en un mes de no estar a favor de conceder los indultos a declarar que no es bueno que esos políticos «estén en la cárcel más tiempo».

En Aragón, algo se está viendo también. En enero de este mismo año, el presidente del Gobierno autonómico, Javier Lambán, decía en una entrevista en este periódico que no sería partidario de indultar a los condenados del procés. En declaraciones el pasado mes de mayo apuntaba que no le parece bien: «No están arrepentidos», decía. Estos días no se ha manifestado, pero su partido, a través del grupo socialista en las Cortes de Aragón, esta semana, y días atrás en el Ayuntamiento de Zaragoza y en la Diputación de Huesca, se ha posicionado al lado de las tesis a favor de los indultos. En el Gobierno de Aragón solo hay una voz clara en contra, la de la parte correspondiente al PAR.

Entramos en una semana histórica para el país. Otra. Estamos ante una cuestión en la que no por estar en contra de los indultos se es un facha ni por estar a favor, un comunista. Estamos ante una cuestión política y es momento de actuar. Frente a la inacción de otros gobiernos, ahora parece que se va a tomar una decisión política. Como ocurrió con el referéndum de la OTAN, el tiempo dirá si la decisión será fundamental y si será buena o mala. Después de aquella votación de 1986, González y el PSOE resistieron en el poder diez años más. Eran otros tiempos, está claro. No significa que Pedro Sánchez se vaya a blindar con los indultos. Ni que en las filas socialistas salgan soberanistas de la misma forma que en 1986 hubo tanta reconversión que hasta Javier Solana se convirtió más tarde en secretario general de la OTAN. Pero cuando desde tantos estamentos se está suavizando el primer recelo negativo a esta medida y se buscan caminos para la concordia con Cataluña, quizá es que ha llegado el momento.