Nerea Irigoyen es una viróloga zaragoza que dirige un laboratorio de la Universidad de Cambridge. Su equipo acaba de publicar un estudio en la revista PLOS Pathogens donde propone una estrategia antiviral que reduce la propagación de la infección por SARS-CoV-2 en las células hasta en un 99,5%. No ataca al virus directamente, sino a las células que ha infectado.

«El virus que causa la Covid-19 activa una respuesta en nuestras células -llamada UPR [respuesta de proteína desplegada]- que le permite replicarse», explica la investigadora en una nota que puede leerse en la página web de la Universidad de Cambridge. «Utilizando medicamentos pudimos revertir la activación de este itinerario celular concreto, y eso redujo la producción de los virus dentro de las células casi por completo, lo que significa que la infección no podía extenderse a otras células. Eso tiene un potencial prometedor como estrategia antiviral contra el SARS-CoV-2». Sería, contó Irigoyen a Heraldo, «una primera línea de defensa que frena la infección al principio y da tiempo a que el sistema inmunitario reaccione». Se ve por primera vez que los efectos de la combinación de dos medicamentos en la replicación de las células son mucho mayores que si se aplica uno solo; no evitaría que alguien contrajera la enfermedad, pero haría que los síntomas fueran más leves. Dice el artículo que el paso siguiente es probar el tratamiento en ratones y ver su efectividad con otros tipos de virus.

Nerea Irigoyen, que estudió farmacia y se doctoró en biología molecular, ha trabajado también sobre el virus del zika. Desde un punto de vista más divulgativo, ha escrito sobre la influencia de los virus en la historia, ha reivindicado el reconocimiento a las científicas o ha explicado los problemas para los investigadores europeos tras el Brexit.

Íbamos juntos al instituto Miguel Catalán. A lo largo de los años nos hemos visto y escrito alguna vez; yo con admiración y la leve vergüenza que sientes cuando hablas con alguien que hace algo de lo que sabes poco y que mejora el mundo. Una vez nos encontramos en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde ella tenía una beca del Gobierno de Aragón. Allí coincidió con el escritor Juan Marqués, que acaba de publicar la novela El hombre que ordenaba bibliotecas (Pre-Textos). Ahora pienso en los dos y en la frase de Vladimir Nabokov sobre «la pasión del científico y la exactitud del artista». «En el arte elevado y la ciencia pura», añadía el autor de Pálido fuego, «el detalle lo es todo».