La concesión de indultos a nueve independentistas catalanes ha vuelto a tensar la política y, casi, a convulsionar el país. La actitud, una vez más, lejos de manifestarse afable y colaborativa, intransigente y soberbia, de Aragonès, Puigdemont y el resto de líderes soberanistas, exigiendo una amplia amnistía y la próxima convocatoria de un referéndum de autodeterminación, ha soliviantado a muchos españoles. Los mismos, no, por supuesto, de naturaleza fascista, que creen en la Constitución, en la unidad del territorio nacional y en la supervivencia de la España democrática que han contribuido a construir sobre el desmantelamiento del franquismo.

Entre esos demócratas españoles y los independentistas catalanes hay muchas ventajas a favor de los primeros. Comenzando por el conocimiento de nuestra historia y el respeto a los valores democráticos, y continuando por las nociones de igualdad y solidaridad.

El permanente aire excluyente y retador de los 'indepes', sus constantes amenazas, la tan persistente como espuria acusación de que España les roba, discrimina o ataca, su ridícula pretensión, sin la menor base histórica ni institucional, de equipararse a Escocia, a Europa y, en fin, su larga lista de abusos cometidos desde el poder de la Generalitat, que consideran propia (más la sistemática corrupción de la familia Pujol y los primos convergentes, décadas de prácticas delictivas, más el estímulo de la lucha callejera y amparo de la violencia) convierten a la cúpula independentista en una pandilla de supremacistas fascistoides, dispuestos a chantajear al Estado.

Cabe la posibilidad, no obstante, de que los indultos, como moneda de la suerte que son, caigan de cara y actúen positivamente en otras capas de la sociedad catalana aminorando la tensión y contribuyendo a pacificar la convivencia en Cataluña y a remontar un tanto su caída economía. Ojalá sea así.

Solo el tiempo nos dirá si la decisión del Gobierno de Sánchez ha sido acertada o errónea. La mayoría de las reacciones, comenzando por los propios beneficiados, siguiendo por la oposición al PSOE/Podemos y por buena parte de la opinión pública, se han manifestado negativas.

De momento, esto es lo que hay.