En la magnífica Los dos papas (2019), Benedicto XVI (Anthony Hopkins) le reprocha al cardenal Jorge Mario Bergoglio (Jonathan Pryce) que haya transigido con los tiempos que corren y se haya alejado del verdadero camino de la fe. Bergoglio, luego papa Francisco, le aclara que ha cambiado porque el mundo evoluciona. Y cambiar es adaptarse a la vida. Los grupos de la derecha española, con su dialéctica instructiva —nos enseñan un repertorio impagable de insultos—, han echado mano de la hemeroteca para acusar a los socialistas de mentir: en el pasado rechazaban los indultos a los independentistas y ahora no. Y eso, según Pablo Casado y compañía, es mentir. Como cambiar —de parecer, de aspecto, de ideología, de gustos, de intereses, de vivienda— va con la naturaleza humana, todos somos mentirosos respecto a nuestro pasado. Incluso lo es la derecha más carca, que se ha pasado toda la democracia rechazando avances como la Constitución, el divorcio, el aborto, el matrimonio homosexual o, ahora, la eutanasia, para luego asumirlos en silencio.

Todos evolucionamos y cambiamos nuestras ideas según lo que la vida nos depara. Felipe González mantuvo durante años su rechazo a entrar en la OTAN hasta que fue presidente. Mariano Rajoy se pegó meses prometiendo que no subiría los impuestos hasta que llegó a la Moncloa. José María Aznar fue implacable con ETA hasta que la llamó Movimiento Vasco de Liberación. El filósofo Antony Flew pasó de ser un ateo inflexible a un creyente convencido. Sean Connery afirmó que jamás volvería a ser James Bond, hasta que interpretó al agente en Nunca digas nunca jamás. Incluso Vicente Vallés era antes un puro informador: ahora opina en la tele como un poseso.