El tema de la corrupción del PP retorna una vez tras otra. Bueno, mejor, no se ha ido nunca. Un aviso a navegantes despistados y malintencionados, condeno toda la corrupción venga de donde venga. La de Pujol y de los ERE. Un inciso sobre las últimas elecciones del 4-M en la Comunidad de Madrid (CM). ¿El nivel de corrupción de un partido está en relación directa con los resultados electorales? Intuyo que sí. El partido más corrupto gana las elecciones por goleada. Saquen conclusiones.

Ahora quiero dedicarle estas líneas a don José María Aznar, El Incorruptible. Siento una especial querencia por este personaje, que nos obsequia urbi et orbi con continuas y jugosas lecciones de ética y que desde su enfermiza soberbia jamás ha reconocido error alguno en su actuación política. ¿Es un ser humano? Tengo mis dudas razonables. Mas, retorno a la corrupción de su partido, de la que él se autoproclama exento de cualquier responsabilidad política y penal. ¿Alguna habrá tenido sobre tanta podredumbre en su partido? ¿No es lo más parecido a un auténtico albañal? La corrupción del PP que explotó con Bárcenas, se forjó en la década de los 90, y desde 1989 hasta 2004 su máximo dirigente, fue don José María Aznar, El Incorruptible. Yo no dudo de su honestidad. Por Dios, cómo voy a dudar de todo un paradigma del patriotismo, pero, ¿no tiene alguna responsabilidad ni in eligendo (una desacertada elección) ni in vigilando (falta de vigilancia)? Como mínimo será responsable de los que eligió como colaboradores. En su primer gobierno los dos vicepresidentes fueron Álvarez-Cascos y Rodrigo Rato, y una vez elegidos de falta de vigilancia de sus comportamientos.

Conviene recordar algunas contundentes afirmaciones de don José María Aznar, El Incorruptible. En 1994, el entonces líder de la oposición y candidato al Gobierno, publicó España, la segunda transición. El libro, que ya ha pasado a la historia del pensamiento político, y que se estudia en las más prestigiosas universidades del mundo, refleja los grandes escándalos del Gobierno de Felipe González con un apartado denominado Contra la corrupción. En uno de sus párrafos, bajo el epígrafe Complicidades, relata con prodigiosa exactitud: «lo peor de la corrupción en la democracia consiste en las complicidades que crea: complicidades entre los miembros de un partido político o facción, complicidades entre los responsables de los poderes públicos y los sujetos económicos que tienen que relacionarse con ellos, complicidades incluso entre electores y elegidos cuando el voto se convierte en recompensa por un favor recibido». Responsabiliza al PSOE de «haber convertido la corrupción en un elemento necesario del sistema, como lo demuestra el hecho de que los asuntos conocidos no sean meros casos aislados, sino columna vertebral de una práctica política y social manifiestamente indeseable» y de «no haber transmitido a la ciudadanía, ni por acciones ni por iniciativas, la voluntad de eliminar la corrupción».

En el programa electoral del PP de 1996 y en el apartado III. Fortalecer el Estado de Derecho y las instituciones democráticas, lleva un capítulo 7, Impedir la corrupción, que merece la pena ser leído. Entre otras cosas, señala que la corrupción es el peor de los males de una democracia. Y manifiesta el compromiso de erradicar todas las prácticas de financiación irregular de los partidos políticos. En una sociedad democrática no debe haber ninguna zona sin responsabilidad.

En el discurso de don José María Aznar, El Incorruptible, en la Sesión de Investidura, en el Congreso de los Diputados, el 3 de mayo de 1996: «Hemos de ser cuidadosamente fieles a las exigencias del imperio de la Ley; hemos de ser conscientes de que un Estado que maneja ingentes recursos públicos debe combatir el riesgo de la corrupción con procedimientos adecuados y controles eficaces».

Con estos antecedentes, resulta tragicómico, de nuevo, recurrir a la historia. Martínez Noval, del Grupo Socialista del Congreso, formuló en 10 de marzo de 1999 en el Pleno del Congreso de los Diputados, al señor presidente del Gobierno la siguiente pregunta: «¿Puede usted explicar por qué lo que dijo sobre la ética y la honradez como jefe de la oposición se ha transformado tan radicalmente como presidente del Gobierno?».

Respondió don José María Aznar, El Incorruptible: «Por muchos errores que se cometiesen ahora o en el futuro en la vida política española jamás se podría igualar o superar lo que ustedes llegaron a hacer en la vida política española».

Tal respuesta le sirvió de pretexto a Javier Pradera, para escribir: «Queda así expedita la vía, para que los militantes desvergonzados del PP interpreten las palabras de Aznar, como un guiño cómplice que les invita a usar sus cargos en la Administración en beneficio propio o para la financiación irregular del partido, siempre que no hagan ruido y no superen las marcas de corrupción dejadas por los socialistas tras sus 14 años de gobierno: ¡Todavía hay margen para enriquecerse, compañeros!» Y realmente lo han hecho, hasta tal punto que el responsable de poner nombre a las operaciones policiales a los diferentes casos de corrupción del PP ha acabado pidiendo una excedencia – «estoy vacío, no se me ocurre nada más», ha declarado profundamente compungido.

Tras lo descrito, como mínimo, un patriota como usted debería disculparse ante los españoles.