El fenómeno sociológico de la derecha que llama a la puerta no sintoniza la emisora de la Santa Iglesia ni se enfunda una camisa de marca de tres cifras. No cumple las expectativas de la izquierda: antiabortista, antifeminista y antieutanasia.

La derecha que viene alterna la rebeldía del inconformismo contra lo impuesto por decreto con vídeos de Un Tío Blanco Hetero, la estética cañí de los discos de C. Tangana o la apología de la libertad individual de Wall Street Wolverine. Hay una derecha que ha dejado de ser conservadora porque esa etiqueta ya es propiedad de la izquierda. La derecha que viene rehúye de apellidos para expresarse cómo le da la gana.

Un ejemplo: puedes votar al PP, querer un Estado republicano, apoyar la eutanasia, ser homosexual y acudir a misa de ocho. Y no es hipócrita. Es en definitiva que la derecha que viene, que no es posfranquista ni guerracivilista como la caricaturiza la izquierda, se ha empapado de la realidad. No lucha por la ideología impresa en un libro de Hayek sino que responde sin complejos a la radicalización del progresismo.

La derecha que viene ha dicho adiós a los esquemas que dividen a la sociedad en nichos electorales (feminismos, ecologistas…) para interesarse sobre la necesidad humana sin distinciones. El triunfo de esta nueva derecha se centra en dar respuesta a los problemas reales y no aspirar a satisfacer a las minorías. Ni a crear privilegios en colectivos artificiales. Sucede cuando la derecha arrasa en un barrio obrero y la izquierda ni reflexiona por qué.

Los debates entre derecha e izquierda se ejemplifican en el aplaudido libro 'Feria', de Ana Iris Simón. La izquierda sacude esta obra como una apología del neofascismo disfrazado de tradicionalismo. Y la derecha tan solo asiente en cada línea por ser la realidad de varias Españas secuestrada por el monotema de las dos Españas que predica la izquierda en el poder.