Con la devor-olor tus pinreles olerán a gloria. Con una millonaria conseguirás campeonar. Con las de dibujicos tendrás en el salón un Rembrandt de mercadillo. Y con una plantilla de letras me da a mí que muchas veces se escriben las noticias del mundillo rural, uséase, la España Vaciada. Maldito el día...

Quiero decir, que, si usted es avispado, se ha percatado de que hay noticias que se repiten como el ajo ese de la Victoria Beckham. Le lanzo una. Dícese del pueblete que para mantener el cole invita a forasteros a ocupar una casa municipal y a regentar el bar o la tienduca u ofrece curro de alguacil. Copia y pega el texto y cambie el nombre del lugar. Busque y verá que esta semana ha pasado. El texto desglosa la cantidad mayúscula de peticiones llegadas desde Ciudad Real, Colombia y Constantinopla. La marabunta.

Esta falta de imaginación en la redacción mileurista advierte de una práctica hecha norma en muchos ayuntamientos. Se buscan pobladores y para ello el anzuelo es uno de los problemas endémicos de estos lares: el techo. Otra noticia sin supuesta relación con esta salía en los noticiarios esta semana. Parece que los partidos del Gobierno de España se acercan al pacto para lanzar la ley del alquiler. La reglamentación de precios mínimos era el escollo que parece solventarse. Pasen por la cuenta de Twitter Elzulista y alcanzarán a percibir la dimensión terrorífica del negocio del metro cuadrado gentrificado en la capital.

Esperemos a ver qué efecto puede tener esta legislación en el mundo rural. Pienso que poco. Que se habrán olvidado de la ausencia de oferta de alquiler en los pueblos, pese a haber multitud de edificios vacíos por herencias, porque un primo va quince días en agosto, porque sale más barato que se caiga o por desinterés o desinformación.

Urge sacar esa vivienda vacía o infrautilizada para dar una opción a ese de Constantinopla que quiere venir a ese rincón del Matarraña a cosechar el rabanito. Que no sea únicamente la acción de ayuntamientos sin pasta para adquirir y remodelar a base de las benditas subvenciones de las diputaciones.

Urge un cambio más profundo para que esta transformación venga desde la conciencia de los propietarios, que vean más lógico y rentable para su bien y el de sus vecinos sacar su casa para que esté viva doce meses al año y no solo cuando al turista o al primo le venga bien. Y para aquellos que no saben ni donde está la llave, y que les da igual que se caiga el techo, quitarles la custodia como malos padres, salvar un hogar para alguien y con él un pueblo.