En diciembre de 2014, un profesor de literatura de Tubinga, Jürgen Wertheimer, escribió a la entonces ministra de defensa alemana y ahora presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen a propósito de la lucha contra Boko Haram. Las guerras de armas, decía, suelen ir precedidas por guerras de palabras. Wertheimer proponía aplicar las teorías que había desarrollado en los estudios literarios a fin de «ponerlas en práctica en el marco de los despliegues exteriores alemanes». Según cuenta en The Guardian Philip Oltermann, el ministerio respondió y un par de años más tarde se ponía en funcionamiento el proyecto piloto de un «sistema de detección temprana». La primera tarea era mostrar cómo se habrían podido prever el conflicto de Kosovo y el ascenso de Boko Haram a través de la literatura. Se llamaría proyecto Casandra.

Wertheimer y su equipo vieron que estudiar los rasgos de los textos resultaba muy difícil. Decidieron analizar, explica la web https://www.projekt-cassandra.net/, «la infraestructura literaria (el mercado del libro, los premios literarios, las listas de bestsellers), el paisaje literario y la recepción de la literatura». Hablaban con personas de la escena local. La idea era sondear la conversación y la imaginación de un lugar. Sobre Kosovo, señalaron la importancia de una obra sobre una masacre de ustacha a serbios, la expulsión de los escritores no serbios de la asociación serbia de escritores, y el descenso de obras donde aparecieran amistad o amor entre albaneses y serbios. Frente al comprensible escepticismo inicial, los resultados fueron muy positivos, según el ministerio y expertos de otros campos.

Estudiaron el caso de Argelia. El sistema de puntos que diseñaron tenía problemas, la aplicación no es sencilla y conviene tomarse la historia con cierta distancia, pero según el reportaje detectaron tensiones que pueden vincularse a las protestas de 2019-2020. Alertaron también de que el ministerio de cultura de Azerbaiyán había repartido en las bibliotecas de Georgia libros con contenido antiarmenio. La guerra entre Azerbaiyán y Armenia estalló un año después. Cuando pensaban que el proyecto iba a continuar –lo que habría dado una salida profesional a muchos filólogos y una vocación a lectores bovaristas de Javier Marías: podrían ser Aurora Egido y James Bond en uno solo–, les llegó la noticia de la cancelación. Una de las ironías es que algunos consideren que se suspendió porque dejaba en evidencia a programas más caros. Otra, que a los especialistas en la detección temprana de crisis la interrupción de su proyecto les pillara por sorpresa. Un mal día lo tiene cualquiera.