Sorprenden en una democracia las declaraciones de dos figuras destacadas del PP: Pablo Casado y José María Aznar. De Casado, el líder de la oposición, que aspira a suplir al Gobierno actual, han sido: «La guerra civil enfrentó a quienes querían la democracia sin ley y quienes querían la ley sin democracia», lo que significa equiparar al Gobierno de la república con la dictadura de Franco. He visto en Facebook: «Ha estado a dos letras de decir la verdad: «La guerra civil fue un enfrentamiento entre quienes querían democracia sin Rey y quienes querían Rey sin democracia». Dejemos la broma. El tema es muy serio.

Tales palabras no son producto de una calentón, ya que las llevaba escritas, y por ello, meditadas por él o por sus asesores y para pronunciarlas en el Congreso de los Diputados. Era muy consciente de lo que decía. Tras más de 40 años de democracia, escucharlas al líder del partido de la oposición, que ha gobernado en España, a todos los demócratas nos debería preocupar. Vamos a ver. ¿Cómo que la II República era una democracia sin ley? Llegó pacíficamente, sin derramamiento de sangre, con gran euforia popular, y como consecuencia de unas elecciones municipales, que tuvieron un carácter plebiscitario antimonárquico. Hubo libertad de expresión, elecciones libres en las que participó por primera vez la mujer española, y una alternancia en el Gobierno de las distintas opciones políticas. En el primer bienio social-azañista entre 1931-33, las izquierdas; en el segundo bienio radical-cedista 1933-35, las derechas; y tras el triunfo del Frente Popular en febrero del 16, las izquierdas.

Naturalmente que tuvo problemas la II República, como las revueltas desde la izquierda, especialmente desde el anarquismo; y la revolución de octubre en Cataluña y Asturias. Mas, el régimen republicano les hizo frente, los abordó recurriendo a la ley. Es cierto que en Asturias los métodos utilizados fueron de extraordinaria dureza. Pero, la II República con sus problemas, desde cualquier parámetro político es un régimen plenamente democrático y de acuerdo con él su ordenamiento legal, encabezado por la Constitución de 1931, en la que gran parte de lo regulado aparece en la Constitución de 1978.

La II República fue atacada violentamente por un golpe militar de libro por parte de unos militares que no respetaron su juramento de defensa de la República, que desembocó en una guerra, tras la que se implantó una dictadura que trajo mucha muerte, represión y sufrimiento. Mientras la II República llegó sin derramamiento de sangre, la dictadura desde el primer momento fue cruelmente sangrienta. Además Sr. Casado, una democracia nunca es responsable de un golpe militar ni tampoco un Gobierno legítimo, surgido en unas elecciones democráticas, como lo fueron las de febrero de 1936, puede ser calificado como un bando.

Según Reyes Mate, los españoles no deberíamos jamás olvidar que la guerra civil fue el preámbulo de la Segunda Guerra Mundial y que debemos mantener ese vínculo entre ambas. Lo específico del caso español es que, a diferencia de lo que ocurrió en otros países, aquí el pueblo luchó, murió y mató por defender la república, es decir, por luchar contra el fascismo. Algo que no ocurrió en Alemania, donde Hitler subió al poder a través de las elecciones. O en Italia, donde Mussolini entró triunfalmente en Roma aplaudido por todo el pueblo italiano. O en Francia, donde, con un ejército infinitamente superior al español, la lucha contra el fascismo duró dos semanas. Esa es la gran diferencia entre España y Europa.

Otra gran diferencia entre el caso español y la Segunda Guerra Mundial es que el eje fue vencido en Europa y, gracias a que el fascismo fue vencido, se hizo posible un juicio legal a los criminales. En España, sin embargo, la república fue derrotada dos veces: derrotada por el fascismo y derrotada por los aliados, como decía Indalecio Prieto, cuando pedía que los aliados consumaran el plan de liberación de Europa del fascismo. Y como en España en 1945 el fascismo no fue vencido se mantuvo y no ha sido extirpado de nuestro panorama político, sociológico y cultural. Las palabras de Casado son una prueba contundente.

Y también es importante destacar que la izquierda en la Transición tuvo que hacer muchas claudicaciones frente a las fuerzas del fascismo, como fue el lugar privilegiado del Ejército, de la Iglesia y de la Monarquía en la Constitución del 78. La izquierda por prudencia hubo de asumir que la democracia se inició exnovo en España con la Constitución de 1978, y no con la II República; y aceptar sin réplica que el caos de esta fue el origen de la guerra civil. De ahí el que haya sido predominante esa visión negativa de la II República. Hoy ya parece que la izquierda la revaloriza, aunque a veces parece poco convencida.

Por último, me referiré a las palabras de Aznar pronunciadas para valorar las opiniones de los empresarios y la Iglesia católica en el tema de los indultos a los presos del procés: «Son días para apuntar y no olvidar». Acongojan. ¿Qué quiere decir exactamente con ellas? ¿Habrá algún castigo con carácter retroactivo? Inmediatamente me ha venido a la memoria una ley de la dictadura: la Ley de 9 de febrero de 1939 de Responsabilidades Políticas, la cual castigaba con carácter retroactivo a toda la disidencia política y sindical de izquierdas.