El borrador del Plan Hidrológico del Ebro para los próximos seis años está ya en fase de información pública antes de su aprobación definitiva para el próximo año. Este documento, elaborado desde la Confederación Hidrográfica del Ebro con una amplia participación de todos los agentes implicados, es realista y consecuente con las previsiones del cambio climático, a pesar de los empeños negacionistas de algunos colectivos e incluso dirigentes públicos. La forma de organizar la cuenca del río, en la que el peso de Aragón es muy importante por ser la comunidad autónoma por la que atraviesa más kilómetros y hay una amplia demanda de uso tanto agrícola como industrial y ganadero, contempla unos escenarios con unas aportaciones un 20% inferiores a las actuales en los próximos 80 años. Y todo ello tiene un reflejo en las actuaciones que se deben acometer y en el impacto que tenga sobre la cuenca la creación de más hectáreas de regadío y nuevas obras hidráulicas. Estas se descartan salvo las que ya están en ejecución. La CHE considera, aunque algunas son controvertidas, que tienen utilidad social, y que están en marcha y se deben concluir en este nuevo periodo. Sin embargo, es mucho más realista a la hora de crear nuevas hectáreas de regadío, solo 25.000 más en la comunidad autónoma. Asimismo, en el conjunto de la demarcación solo prevé 890 actuaciones, por un importe estimado de 3.000 millones. Estas cifras están muy alejadas de las previsiones que se contemplaban en el plan hidrológico vigente y redactado entre 2014 y 2016. Se superaban las 2.000 actuaciones por un importe estimado de más de 15.000 millones.

Las circunstancias climáticas constatan ya una caída de las precipitaciones y fenómenos climáticos extremos, y por este motivo hay que ser muy consecuente con una planificación hidrológica rigurosa y adaptada a todos estos escenarios y a las normativas medioambientales. El borrador del plan hidrológico lo es.