El presidente de los EEUU, Joe Biden, ha ordenado adelantar la salida de las tropas de ese país de Afganistán. A finales de agosto se habrá completado esa marcha. Las preguntas que nos hacemos en estos momentos son muchas y voy a comenzar con una: ¿a qué fueron?

Desde su nacimiento como entidad política independiente, en 1776, los ciudadanos estadounidenses comenzaron una frenética carrera para convertirse en un gran estado y la guerra declarada a España en 1898 fue el primero de los pasos para asumir en el mundo el papel de gran potencia. La Gran Guerra confirmó esa posición preponderante ante el resto de países. Y luego vino la segunda, donde su puesto de primera potencia fue más que evidente. Siguieron Corea, Vietnam, y mil conflictos menores. Desde 2001, tras los atentados del 11-S en los EEUU, mantienen su presencia en Afganistán.

Este estado asiático se encuentra geográficamente en una verdadera encrucijada ya que tiene fronteras con Pakistán, Irán, China y tres repúblicas exsoviéticas: Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán. Históricamente ha pasado por vicisitudes propias, luchas entre sus clanes o tribus, y externas, el paso de rutas comerciales muy potentes. En épocas recientes y en relación con las grandes potencias, la vecina (entonces) URSS se instaló allí de forma más o menos amistosa para apoyar a un gobierno afín, algo que entraba de lleno en la política de expansión soviética, que terminó ocupando el país militarmente para vencer las resistencias de grupos armados no favorables. Desde 1978 a 1989, con cierta continuidad hasta 1992, se mantuvo esta presencia del vecino entre los afganos. La entrada norteamericana (que es como lo ven allí) en 2001 vino tras los atentados islamistas en los EEUU el 11-S y con el objetivo de luchar contra el terrorismo, especialmente contra Bin Laden y los suyos. Bajo la bandera de la ONU se desplegó en Afganistán la ISAF, hasta 2014 (luego sustituida por otra misión de la OTAN), de la que formaron parte muchos estados occidentales, entre ellos España. En estos veinte años se ha combatido contra lo que en occidente denominamos «los talibanes», un complejo entramado de fuerzas islamistas y de fieros afganos que siempre han reivindicado su deseo de soberanía.

Gregor

La población de este país ronda los 40 millones, aunque es muy difícil de cuantificar ya que la administración es muy deficiente y la permeabilidad de las fronteras hace que fluctúen los flujos poblacionales según las luchas se desplacen a unos u otros territorios. Entre ellos una mayoría, sobre el 40%, son de la etnia pastún, seguidos por un estimado 30% de origen tayiko, con raíces en uno de sus vecinos del norte, Tayikistán. El resto están bastante repartidos. Por creencias religiosas son muy mayoritariamente islamistas, llegándose a estimar en un 98% los que se definen así. Budistas e, incluso, cristianos, también viven allí. Políticamente es imposible conocer quien gobierna y ni siquiera saber quienes pretenden hacerlo siguiendo unas pautas mínimamente democráticas. En cada región, algunas montañosas de muy difícil acceso, hay unas reglas, arcaicas para el modo de pensar occidental, que permiten a clanes gobernar con el apoyo de las armas y con la enemistad del resto de los vecinos.

El papel de la mujer

Por las informaciones que nos han ido llegando de la forma de vida en este país sabemos que el papel de la mujer es uno de los más controvertidos. En algunos momentos del siglo pasado, años sesenta, el régimen fue permisivo en cuanto a la introducción de la mujer en ámbitos como la universidad. El grupo de islamistas radicales que llegaron a gobernar (y siguen haciéndolo en grandes regiones alejadas de la capital) introdujeron reglas de conducta que convierten a las mujeres en meros objetos, siempre sometidas a la voluntad del hombre y con ausencia de los más mínimos derechos, lo que se plasma de forma muy evidente en los vestidos que llamamos «burka», grandes sayas que les tapan de la cabeza a los pies y que solo les permite el contacto con el exterior por unas mínimas rejillas en la zona de los ojos. Las atrocidades a las que son sometidas llegan al extremo de condenarlas, incluso a lapidación, por delitos de los que han sido víctimas, como una violación. La marcha de las últimas tropas estadounidenses podría ser debida a la consecución de los objetivos que las levaron allí, pero sabemos que no es así. La violencia, en general, y muy particularmente contra las mujeres, va a seguir. Los poderosos vecinos, Pakistán, Irán y la imperialista China, van a ocupar el espacio que se abandona, físicamente o solo por influencia.

La última pregunta es muy pertinente: ¿se ha resuelto algo con esta misión?