Se cumplen cien años del desastre de Annual y releo 'Imán', la primera novela de Ramón J. Sender, en la edición que hizo Francisco Carrasquer para el Instituto de Estudios Altoaragoneses. Sender estuvo destinado en Marruecos un par de años después de una de las mayores catástrofes del ejército español: su novela no es un testimonio, pero recoge el clima de las consecuencias. Combina la observación con una intencionalidad poética e intensidad simbólica: es una novela antibélica, que muestra las contradicciones y la deshumanización, que retrata la dureza --con un verismo estremecedor y a la vez con un expresionismo casi onírico-- de la batalla pero también de la vida en la España de la época, que habla del «heroísmo sin sentido». Cuenta la historia de Viance, un oscense que trabajaba de herrero antes de ser movilizado, a través de un periodista/militar, un alter ego de Sender. La novela, poderosa y perturbadora, entronca con la literatura pacifista de la época. Va más allá: un soldado sobrevive heroicamente a un desastre bélico colonial y luego se ve abandonado por las instituciones y la sociedad; en Estados Unidos ese tema es un género literario, cinematográfico y musical. Cuando vuelve descubre que su pueblo, Urbiés, está sumergido en un pantano, lo que resulta profético en otro sentido: la España despoblada como fuente de energía.

Hace unos días, Ignacio Martínez de Pisón presentaba Annual como una forma de contar la historia de España en el siglo XX: una derrota humillante que propicia un refuerzo del ejército español en Marruecos, que genera la figura de los militares africanistas --prestigio y uso de tácticas de guerra colonial--, sin la que no se entienden el golpe del 18 de julio y la guerra civil.

Francisco Gascón, el padre de mi abuelo materno, combatió en Annual. No venía de un pueblo de Huesca sino de Ejulve, Teruel; contaba que extendían mantas para echar hacia fuera las bombas que arrojaban los rifeños. Su hijo menor, mi tío abuelo, estuvo a punto de combatir en la última y terrible guerra colonial española, en Ifni, en 1957, en su servicio militar. Una vez me dijo que cuando pensaban que los iban a enviar allí él y un amigo estaban aterrados y además les daba rabia pensar que se fueran a echar a perder las provisiones que traían de casa, porque acababan de volver de permiso, así que decidieron comérselas. No llegaron a combatir, pero se empacharon, porque ya se sabe que a veces lo que sucede como tragedia se repite como farsa. @gascondaniel