Opinión | El triángulo
Lo tóxico del poder

'Los Gremlins'
Se habla mucho de la erótica del poder. De la atracción, del enamoramiento, de la embriaguez que sienten algunos por quienes ostentan una posición de mando. Pero poco se analiza la toxicidad de esos mismos sillones. La desfachatez y sinvergonzonería que desprenden en numerosas ocasiones solo es comparable a la metamorfosis vista en la famosa película de los 80 de 'Los Gremlins'. Pasada la medianoche y sin despeinarse.
Los que favorecieron un incremento de la factura de la luz desde el Gobierno reclaman ahora una bajada sentados en la oposición. Los que acusaban al Ejecutivo de empobrecer al país permitiendo una escalada de precios hacen hoy desde La Moncloa más bien poco por afrontar el problema como se debe. Los que hablaban de codicia de las eléctricas y tachaban de cómplices a ministros varios se sientan a la mesa a ver cómo se perpetúa el mismo comportamiento. De locos.
Por supuesto que no todos los gobiernos son iguales. Ni mucho menos. La ideología no ha desaparecido en el siglo XXI. Sigue existiendo. Quizá reformulada, con matices, pero la hay. Educación, sanidad, impuestos, bienestar social, cultura… son muchas las áreas en las que influye el ideario del partido en el poder. Pero cómo cambia la película cuando lo que está en juego son las 'perras', los beneficios de grandes empresas y el interés económico.
Ahí el poder político lo tiene difícil. Por su influencia, por las puertas giratorias, por el motivo que quieran. Pero, sobre todo, por egoísmo. Si Montesquieu levantara la cabeza se horrorizaría con la fiesta montada entre el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Seguramente también abogaría por ampliar su teoría sobre la división de poderes del Estado con la separación del político y el económico.
Salvaguardar la libertad y los derechos de los ciudadanos pasa indiscutiblemente hoy en día por el principio de alejamiento de ambos intereses. No está mal el acuerdo y el acercamiento para alcanzar objetivos en favor de toda la comunidad. Lo que sí resulta deshonesto es aprovechar una posición privilegiada para repartirse el pastel. Unos lo llaman cloacas, otros ruindad.
Nos encontramos en el ecuador de las legislaturas y los partidos lo saben. Y se posicionan. Manejan sus encuestas. Fabrican ya sus mensajes machacones para modelar una realidad, la que les convenga. Aunque suponga lanzar propuestas que ni ellos mismos cumplirían, inviables, irracionales y temerarias. Defenderán que son convenientes, prometedoras y provechosas. Y después aún habrá quien se pregunte por qué el desapego por la política y el aumento de los extremismos. O, incluso, por el aumento del precio de la luz.
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