Opinión | El triángulo
Escándalo y autoexpresión

El politólogo, sociólogo y profesor universitario Ronald Inglehart, fallecido este año
Olvidamos a veces que no todos andamos hacia la misma dirección, ni a la misma velocidad. Que los procesos de cambios de valores no se producen siempre de un modo general en todas las sociedades, y que incluso dentro de ellas coexisten sistemas de valores diferentes que se disputan la hegemonía entre la población.
Ni existe una sola España, ni siquiera una sola habitada por ciudadanos con valores homogéneos. Nuestra evolución generacional se produce a un ritmo parecido a los países católicos europeos, con mayor diversidad gracias a la influencia multicultural de las migraciones, pero la hegemonía no se pelea con ellos que bastante tienen en concentrar sus esfuerzos en la supervivencia. Somos los mismos de siempre, pero los nostálgicos de la autoridad están fortalecidos por ese 15% de voto, por algunas elites económicas, mediáticas y el pragmatismo supeditado de la derecha constitucional.
Estamos inmersos en una colisión entre los valores relacionados con las tradiciones frente a los valores seculares y racionales, entre como señaló Inglehart, los valores relacionados con la supervivencia frente a los relacionados con la autoexpresión. Los valores tradicionales destacan la importancia de la religión, la deferencia hacia la autoridad, las convenciones sociales y los valores familiares tradicionales. Estas sociedades tradicionales tienen altos grados de orgullo nacional y puntos de vista nacionalistas. Quienes asumen valores seculares-racionales tienen tendencias exactamente opuestas. Un proceso de sustitución de la religión y la superstición por la ciencia y la burocracia.
Los valores de supervivencia se centran en la seguridad física y presentan bajas puntuaciones en cuanto a tolerancia y confianza. Los valores de autoexpresión priorizan el bienestar subjetivo, la libre expresión y la calidad de vida, asociados sobre todo a las nuevas generaciones. Son valores que incluyen la protección del medio ambiente, una mayor tolerancia con colectivos como migrantes, LGBT y tendencia a la igualdad de géneros, moderación política y una evolución en los valores asociados a los cuidados que ponen el énfasis sobre la imaginación y la tolerancia en lugar del trabajo duro.
El cambio de unos valores a otros reflejan la transición desde una sociedad industrial a una posindustrial, y en este proceso estamos mientras se genera el escándalo por expresiones culturales y satíricas, se denuncia para judicializar así el disenso, esperando de la hegemonía judicial lo que no se consigue por la heterogeneidad social. Los caminos del conflicto son diversos, pero solo tienen dos salidas, el reencuentro o la ruptura.
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