Dichael se anima y pide una canción. Jonathan secunda su propuesta con entusiasmo. Charlan en inglés de distintas orillas. Uno irlandés. El otro de Chicago. Les contesta un holandés. Toca la armónica y bebe cerveza. Pronto se ponen con una versión de Purple Rain de Prince. Dan ganas, pero no es posible bailar. Algunos dan palmas mientras Dani y Carmen se afanan en que todos tengan sus platos de la cena y se cumpla el límite de personas por mesa mientras la Rolling Beat Machine vive la vida tranquila en Tolva.

El aparcamiento es grande. Las sillas están ordenadas. El alguacil lo ha dejado todo niquelado. En la ladera del castillo se sientan varios grupos distanciados. Alguno ha bajado de propio desde Castanesa. Todos llevan mascarilla. La Ronda de Boltaña es puntual. ‘Ya está aquí...’. Saltan de un tema a otro. La Habanera. Mermelada de moras. Perdido país. Arrastrat de regalo. Manuel se emociona soñando en Espierba. Suena Aragón en Benabarre.

La Basílica de La Peña de Graus se ilumina de su historia. Un derviche. La muerte de Ramiro I. Costa. La emigración. Todo proyectado en una fachada en la que juguetean unas acróbatas. Empezaba el SonNa. Luego vendría Pau en Montanuy. Los Manel en Viacamp. Y más y más resonando a naturaleza y vida, una idea fantástica.

Músicas en la cima, Ballarte, Clásicos en la Frontera, el Nocte… Exposiciones, teatro, visitas culturales, geológicas, fotografía, títeres, tertulias literarias... La agenda es inabarcable en La Ribagorza. Hay que elegir. El despliegue se repite por otros polos de Aragón. Con agosto viene el turisteo y regresan los hijos del pueblo. Se multiplica todo. La cultura, también. No hay fiestas y lo demás se proyecta con la sordina de los protocolos necesarios. Pero con ansia. Hay ganicas.

Luego vendrá el invierno y la oscuridad, el consumo interno o el viaje a los pueblos grandes para disfrutar de algo más o ir al cine que pone una película por fin de semana. Algún evento puntual. Una gira suelta. O los de aquí. En la ciudad hay variedad, más oferta, otros espectáculos de los que casi siempre ni te enteras, hay pereza o falta tiempo. La poca vida tranquila.

En el mundo rural es otra dimensión y quizá otra manera de disfrutarlo. Cada ayuntamiento con sus capacidades, con el soporte de Comarcas y Diputaciones, montan su calendario de actuaciones, muchas gratis o regaladas. Y pocos faltamos. Porque se hará porque hay más gente y atraen al veraneante, pero los locales lo saboreamos con más hambre. Hay que aprovechar. Da igual quien toque o actúe. Vas. A vivir la vida. Vivir la cultura y a sus artistas.