Opinión
Un viaje literario al fondo de un pantano

El embalse de Lechago / Archivo
En Aragón los pantanos son sinónimo de muerte y olvido, porque allí donde se construyó uno, un pueblo desapareció bajo las aguas provocando desarraigo, incomprensión y dolor. En esta ocasión el pantano de Lechago nos devuelve a la risa de la vida y de los buenos recuerdos, porque igual que hay cosas que es mejor no recordar, son recuerdos abrasados, otras hay que recordarlas una y otra vez para no olvidar que una vez las vivimos y las sentimos. Félix Romeo Pescador se marchó un siete de octubre del año 2011 y lo hizo con una granada sobre su pecho y entre sus manos, con la pasión desbordada y un infinito amor regalado a tantas y tantas almas.
Félix decía: «Me gustan las mujeres que escriben», porque le gustaban realmente, igual que le gustaban los hombres que escribían y le gustaban los bares y sus amigos y las largas noches sorbiendo amaneceres y leer y recorrer la Z-30, porque le mostró una Zaragoza que hasta entonces él, que conocía todo de Zaragoza, no había visto y la emoción de ver a su ciudad con otras ropas e igual de hermosa hacía que sus pupilas ardieran, porque para Zaragoza todo era poco a ojos de Félix, quien realmente pensaba y sentía por ella.
Félix era incombustible y por eso amaba tanto la vida, aunque algunos sorbos fueran de amargura y otros le dejaran interrumpido y vacío al final de un estruendo que hubiera preferido no escuchar. Pero daba igual cuán ingrato o doloroso fuera el recuerdo, porque él le daba palabras y abrazos y por eso todo cuanto Félix amó nunca podrá ser olvido.
Dicen que la mayor parte de las personas vivimos con espontaneidad y cierta indecencia una vida ficticia que nos creamos para sentirnos menos ajenos y más queridos. Félix no necesitaba nada de todo eso, porque de alguna manera él era un poco todos nosotros y si tu llanto se volvía severo, su abrazo te encerraba y te cobijaba de todas las cosas malas que te pudieran dañar o dejarte en roto naufragio.
Félix merece no ser olvidado por querernos felices a los que estuvimos a su lado y por eso hoy el pantano de Lechago tendrá la primera biblioteca submarina del mundo y va a estar dedicada al gran Félix Romeo Pescador, que es quien tuvo la idea, porque tenía todas las ideas y las regalaba con el único espíritu de conseguir más cultura, más implicación con Aragón y menos mediocridad. Sufrió decepciones, por supuesto, pero hoy cuando la cápsula del tiempo con mas de 130 piezas dedicadas a él se lance al fondo del pantano, Félix será feliz y nosotros seremos felices al saber de su felicidad bondadosa, ingenua y llena de ternura.
Y así las palabras de sus amigos lo harán eterno e invencible.
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