El fin de semana del 21 y 22 de agosto los ejércitos españoles han sido protagonistas de varias noticias de gran alcance. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, han visitado España y dedicado gran parte de su tiempo en nuestro país a conocer las instalaciones de la Base Aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid). Para que esta visita tuviese lugar, unos días antes el gobierno de España había ofrecido nuestro país como punto neurálgico de recepción de ciudadanos europeos y afganos tras el colapso de las instituciones de gobierno de Afganistán. Cualquiera de los 27 países miembros de la UE podrían haber hecho un ofrecimiento similar. Pero solo lo hizo España. Posteriormente las instituciones europeas deberían aceptar, o no, esa oferta entendiendo que reunía, o no, las condiciones precisas. Escuchando las palabras de los dos políticos de la UE, el ofrecimiento español fue un gran acierto ya que las instalaciones cumplían con creces con lo que se precisa en situaciones como esta.

Nuestros ejércitos

Nuestros ejércitos Antonio Postigo

En la noche del sábado al domingo el presidente de los EEUU, Joe Biden, llamó por teléfono al presidente español, Pedro Sánchez. El objeto de esa conversación fue solicitarle que las bases españolas de Morón (Sevilla) y Rota (Cádiz) instalasen campamentos similares al ya existente en Torrejón de Ardoz. Conocedores los estadounidenses del éxito de la instalación para albergar a europeos y afganos, dieron el paso de pedir dos similares para personal evacuado en condiciones iguales a los ya instalados cerca de Madrid.

Al hilo de esta frenética actividad en Torrejón de Ardoz, Morón y Rota, se pueden hacer algunas reflexiones. La primera de ellas es que se trata de bases ya existentes, en funcionamiento, cumpliendo unas determinadas funciones que no se exponen a diario a la observación pública. El responsable de sacar adelante el día a día de esas bases es el ejército del Aire que goza, en ámbitos internacionales, de un buen ganado prestigio. En segundo lugar hay que tener en cuenta que se debe organizar una actividad no ordinaria por lo que personal y medios tienen que prepararse desde un principio para lograr unos fines muy concretos, no habituales. Y ahí no juegan solo los efectivos del ejército del Aire, son necesarios otros del ejército de Tierra. Entre todos ellos cobran gran importancia los especialistas en tareas logísticas, campo en el que también contamos con expertos muy reconocidos en ámbitos castrenses internacionales.

Por no fijarnos solo en Afganistán y en sus consecuencias, hay dos campos en los que también en estos últimos meses hemos oído hablar bastante de militares, la pandemia de covid y los incendios. Muchos conservamos en nuestras retinas las imágenes de soldados entrando en residencias de ancianos para sacar de ellas a personas fallecidas abandonadas por los responsables de esos centros. O esos equipos de desinfección actuando en puntos concretos de nuestras calles o edificios en los primeros momentos llenos de incertidumbre. Y qué decir de los incendios, afortunadamente pocos este verano, hasta ahora, toquemos madera, pero en los más graves siempre con una misma imagen: soldados de la UME en primera línea de lucha contra el fuego.

Esos son nuestros soldados, nuestros ejércitos, organizaciones imprescindibles en el funcionamiento ordinario del Estado y que están dando una imagen muy positiva de nuestro país. La evolución de las FAS desde los ya lejanos años de la transición hasta hoy ha sido espectacular, para bien.

La opinión que estoy expresando debería ser pacífica y compartida por una inmensa mayoría. Me atrevo a añadir algo más: como política de Estado todo lo relativo a los ejércitos debería estar fuera del debate partidista. Pero no es así. Desde los dos extremos del arco parlamentario no pierden ocasión de utilizar asuntos más o menos militares para llevar el agua del debate hacia su molino.

Citaré unos ejemplos. Por la derecha el alcalde de Madrid está empeñado en manosear a la Legión, a la del pasado ya que hoy es una Gran Unidad, sin más, con la idea de erigir un monumento y el regreso del nombre de Millán Astray al callejero. Dos ideas poco afortunadas. Por el lado izquierdo es Pablo Echenique, secretario general de Podemos, quien parece acaparar los titulares gruesos relacionando a muchos militares con Vox. Es bien conocida la tesis de este partido sobre la transición (régimen del 78 le llaman) y la atribución de graves carencias en la actualidad a su mala gestión, incluyendo el peso de lo militar en la institucionalidad del Estado.

Yo, y creo que una inmensa mayoría de españoles, estamos orgullosos del magnífico trabajo que desempeñan nuestros ejércitos. Y nos gustaría que saliesen del debate público, que los dejemos trabajar, sin más. Política de Estado.