Querido Joaquín, sé que me pedirías que utilizara este espacio para hablar del nuevo curso político, para meter el dedo en el ojo a lo establecido o para reflexionar sobre algunas de las preguntas que nos hacemos. Pero también sé que por tu punto de vanidad entenderías que hoy haga una excepción y escriba de ti, cuando se cumple un año del día en el que te llorábamos porque no pudiste superar ese covid cabrón que nos tiene a todos tan aturdidos desde hace 20 meses. Ni siquiera sé por qué me dirijo a ti en primera persona, que ya no puedes leerme; ni por qué expreso mis sentimientos en una tribuna pública. Siempre me pareció cursi este recurso, pero me da igual traicionar las normas de la ortodoxia periodística porque hoy no sé escribir de ti de otra forma, porque sigo sin creerme que tus pulmones no aguantaran tras esos eternos 40 días en la uci y por la rabia que me da que el coronavirus dejara pendiente para siempre nuestro encuentro el penúltimo verano.

Hoy somos muchos los que te echamos de menos, porque en estos tiempos son más necesarios que nunca los tipos con ideas y proyectos; las personas que, como tú, intentan arrancar una sonrisa y hacen lo posible para que la gente sea un poco más feliz. Porque necesitamos sonrisas, afectos, música y planes; y moscas cojoneras como lo eras tú muchas veces, porque el mundo sigue girando y a veces da la impresión de que gira al revés. También echamos de menos a gente como tú en las redacciones, cada vez más autómatas y aburridas. Cuántas veces recordamos con cariño aquellas discusiones por tus despistes y olvidos, buscando a última hora tu entrevista del día siguiente, y los acalorados debates con los compañeros, entre bromas y veras, sobre la actualidad que ofrecía el día.

Echamos de menos que nos presentes a gente insólita, y yo echo de menos el pincho de tortilla con Labordeta en el bar el Archivo, los encuentros con nuestro amigo Javier Barreiro, nuestras visitas a restaurantes argentinos para comprobar si el bife de chorizo se parecía a los de nuestro querido Buenos Aires mientras nos recreábamos en nuestra pasión común por Carlos Gardel. Este 24 de junio eché en falta tu mensaje anual recordando el aniversario de su fatal accidente aéreo en Medellín y celebrar que cada día canta mejor. Este año he echado de menos todos esos mensajes tuyos torrenciales como tus ideas, proyectos y consejos.

Este verano volví a la casa de mi familia en Alcolea de Cinca, después de tantos meses de encierro, una parte obligado y otra voluntario. Y, como siempre que regreso, me vino a la memoria la canción de Labordeta La casa de mi padre y me acordé mucho del mío, al que despedimos hace ocho años en el pueblo con la grabación que me pasaste de la albada de la ausencia. Desempolvé los viejos discos que guardaba en el armario, entre los que estaban los de Brassens junto a los tuyos, de hace mil años, de cuando venías por la comarca «con la ayuda de todos» a cantar contra el proyecto de central nuclear en Chalamera. También estaban los elepés de La Bullonera, y septiembre que es un mal mes para los cantautores nos acaba de traer la muerte de Javier Maestre, la otra mitad de ese grupo que contigo y Labordeta marcaron una generación. Me tirarías de las orejas por tener de nuevo un ataque de nostalgia, esa enfermedad impertinente que algunos padecemos. A ti con añoranzas, que con 73 años estabas tan joven como en los 70.

Nadie pone en duda ya que eres una figura clave en la cultura aragonesa del último siglo. En vida lo sabías, pero a veces el reconocimiento intelectual se otorga con más facilidad a quien se eleva sobre los demás que a quien es rocero, extrovertido y al que nada ni nadie le para.

Hoy Alloza, tu pueblo, te recuerda y descubrirá un busto que siempre permanecerá, en ese Teruel despoblado que honra como nadie a sus hombres y mujeres ilustres del mismo modo que los turolenses que trascendéis fronteras presumís como nadie de vuestro origen. La semana que viene en Zaragoza harán un concierto para recordarte y hay una edición no venal de un libro en el que algunos de tus amigos te rinden homenaje. Y yo hoy, en cierto modo, también quería rendirte el mío.