La exageración es nuestra mentira preferida. Nos permite adornar la realidad para hacerla más digerible. El humorista estadounidense Josh Billings (de nombre real Henry Wheeler) decía que: «hay personas tan adictas a la exageración que no pueden decir la verdad sin mentir». Somos exagerados por naturaleza social. El homo hiperbólicus es la evolución exagerada del sapiens, como consecuencia de que la cantidad se haya impuesto a la calidad. Al valorar lo que se tiene, y no lo que se es, sólo podemos destacar por la cuantía y no por la valía. Nuestra forma de pensar influye en el lenguaje para que nuestros interlocutores, que piensan como nosotros, nos entiendan.

Sexageración

Se trata de un factor cultural no generalizable. Sabemos que la exageración reside más en la comunicación que en el raciocinio. ¿A que no se ven exagerando sus propios pensamientos? Nuestro cerebro es más sensato que nuestra expresividad. Aunque sus primitivas áreas emocionales, arrastran a las racionales tirando de labia y gesticulación. Esto casa con el hecho de que los pueblos más locuaces son los que más celofán ponen a sus manifestaciones.

Las culturas del mediterráneo, centro y sur de América ocupan el podio de la magnificencia. Exageramos de todo, con todos y, a menudo, contra todos. La envidia es una respuesta acomplejada que rebosa maldad.

El capitalismo exagera la desigualdad para que unos pocos sean cada vez más ricos. El comunismo exageró la igualdad para que unos pocos fueran diferentes. El consumismo exagera deseos para convertirlos en necesidades.

Las únicas exageraciones que nos gustan son las nuestras. Un bulo es una noticia exagerada. Y una noticia destaca si la realidad es desmesurada. Las cifras, tan sosas, cobran vida gracias a la exacerbación de los datos.

Si algo nos perjudica, no percibimos dichos adjetivos como grandilocuentes. Si nos beneficia, es tan normal que no requiere amplificación. La muerte no se exagera. La buena salud tampoco. Pero en cuanto falla, todos somos hipocondríacos. Enamorarse es amar exageradamente.

Hay dos temas en los que la exageración es consustancial a su expresión. El humor y el sexo. Un chiste busca una respuesta extrema ante una exageración. La risa es directamente proporcional al estímulo que provoca la carcajada. En el sexo pasa lo mismo, pero al revés. Exageramos la respuesta, aunque el estímulo se nos haya quedado pequeño.

Por eso los hombres necesitamos tantos testímulos. Somos unos sexagerados. Exageramos el orgasmo ninguneando el placer. El sueño erótico de las religiones consiste en que sus fieles procreen sin disfrutar y no disfruten ni gozando. Simbolizan, como nada, la exageración de las represiones. Los autoritarismos abusan de un poder exagerado. La naturaleza sería más natural sin nuestra exagerada explotación. El tiempo es relativo. La realidad que tanto exageramos, también.

La actualidad es una exageración de lo cotidiano. El debate político se hace con adjetivos, no con sustantivos. Las derechas se presentan a la oposición, día sí y día también, con sintonía de fanfarria para la alharaca popular. A este paso van a sacar plaza fija.

El BOE del miércoles rebaja los exagerados beneficios de las eléctricas para que pasen de desmesurados a elevados. Ya se nota en la factura de este fin de semana.

Ahora Casado tiene que respaldar a sus potentados megamigos, atacando al Gobierno pero sin defender a los ciudadanos. Se puede electocrutar. Pedro Sánchez estuvo en Barcelona en la mesa de diálogo con el Ejecutivo catalán. Volverá cuando la mesa de diálogo entre los socios del Govern solucione sus diferencias.

PSOE y Podemos acuerdan con los sindicatos la subida del salario mínimo. La patronal exagera las diferencias para no dejar solo en la crítica al líder de la oposición. Encima, Ayuso se acerca a Vox para asfixiar a su boss, en la guerra madrileña del liderazgo conservador. Vaya semanita llevan en Génova. Para que venga el CIS y les toque las elecciones.

De regreso a Moncloa, Sánchez estuvo en Zaragoza con Javier Lambán. Defendió una candidatura mancomunada, con los vecinos catalanes, para los Juegos Olímpicos de Invierno en 2030. Lo importante de la cita es lo que no se dijo, pero se vio. Un cariñoso abrazo a un compañero por el que se interesó por su salud. Y lo que se dijo, pero no se vio. Se habló del futuro del socialismo aragonés.

Disfruten del fin de semana y del ocio nocturno. Podemos excedernos en la vida. Pero no exagero si les digo que la vida no es ninguna exageración.