En la novela negra actual, los policías son muy buenos o muy malos, héroes o villanos, fieles cumplidores de la ley o corruptos sinvergüenzas. Sin embargo, el personaje que ha creado Rafael Caunedo en su nueva novela, 'El deseo de los accidentes' (Destino) es bueno y malo a la vez. Quiérese decir: real, humano.

Se trata de una mujer joven, miembro de una compañía de antidisturbios de la Policía Nacional. Casada con un profesor de literatura con sueños de llegar a ser un escritor, ella, una mujer dura, actual, se enfrenta, por un lado, a las exaltaciones de los hinchas de fútbol y a las manifestaciones de toda clase de colectivos; por otra, a las frustraciones de su trabajo y de su matrimonio, en una espiral de insatisfacciones y fracasos que ya a los primeros capítulos detonará, como la propia tensión de esta mujer policía (madre, además de una hija pequeña), acumulada en una deflagración psicológica con numerosas víctimas colaterales.

El deseo de los accidentes no es, aunque incluya todo un elenco de fuerzas policiales y contenga una trama con un cierto misterio, una novela policíaca.

Más bien estamos ante un thriller psicológico en el que una serie de elementos en principio ajenos al segundo de los protagonistas, el profesor casado con la agente antidisturbios, irá perturbando sus vidas sin que él, en particular, comprenda quiénes le agreden desde las sombras o por qué es objeto de una serie de maniobras extrañas.

Será en ese clima de inseguridad, donde las medias verdades y las completas mentiras vayan dibujando un escenario licuado, desmoronándose el amor, la familia, toda ilusión, en el que se den la aparición de la violencia y de las denuncias judiciales.

Unas y otras imprimirán giro a la trama, saltando de la humilde economía y posición social de una familia corriente, del cuartelillo de la policía y de la sala de profesores de un instituto a las altas esferas de la sociedad.

Una novela que trata también, y de una manera distinta, el siempre espinoso tema de los malos tratos en el seno de un matrimonio, sus causas y consecuencias, frecuencias y ardides, estrategias, amenazas, silencios… Ese horror larvado y cotidiano.