Hace cuatro años me diagnosticaron un cáncer de mama. Sí, los hombres también tenemos mamas y, consecuentemente, podemos tener esta enfermedad que se identifica casi exclusivamente como femenina. Superada la primera fase gracias al tratamiento, en unos meses pude retomar mi vida casi como si tal cosa.

Tres años mas tarde vino el mazazo que, por lo que sé, sentimos casi todos los enfermos de cáncer cuando nos anuncian que tenemos una metástasis del tumor original. La cosa se complica y el golpe te hace besar la lona tal vez por primera vez en todo el proceso. He podido leer que, como en mi caso, la experiencia nos suele resultar a todos demoledora. La vida se vuelve del revés y todo se pone cuesta arriba, lo ves todo más negro. Pero la vida sigue porque la vida es así, vida, aunque en mi caso ya no pudo seguir igual. Tuve que renunciar a mi puesto de trabajo y asumir que ya no podía seguir manteniendo un ritmo de vida profesional y vital enormemente exigente y estresante. Me puse de nuevo en manos del saber médico y me dispuse a afrontar lo que tuviera que venir y a trabajar personalmente para reinventarme aprovechando los nuevos espacios temporales para la reflexión y la escritura, para reelaborar el discurso político de los servicios sociales en el que llevo media vida trabajando.

Hyde

¿Por qué te cuento todo esto? En primer lugar, porque quiero aprovechar este artículo para poner encima de la mesa la existencia del cáncer de mama masculino. Explicarles a mis compañeros de género que tenemos que tener en cuenta esta posibilidad y que los bultos en los pechos o axilas y los retraimientos de pezón no necesariamente son simples anomalías sin más importancia. Y recordar a los sanitarios que, aunque esta sea una posibilidad estadísticamente escasa, existe y debe tenerse en cuenta. Tanto uno como otro factor provocan que el cáncer de mama masculino se diagnostique mucho más tarde que el femenino con consecuencias dramáticas para el pronóstico de los hombres que padecemos esta enfermedad.

No puedo desaprovechar la oportunidad de reclamar un mayor esfuerzo en la investigación de todo este tipo de casos de cáncer relativamente escasos en lo cuantitativo. Queda mucho por hacer. En el caso del cáncer de mama masculino, por ejemplo, los tratamientos coadyuvantes, siendo bastante eficaces, no están adaptados a los hombres y causan algunos efectos secundarios suplementarios.

Pero hay una segunda cosa que quiero poner encima de la mesa para la reflexión y esta es mucho más relevante para el conjunto de los posibles lectores de este artículo. A lo largo de los últimos meses en que me he sometido al tratamiento y al proceso de recuperación he tenido la enorme fortuna de contar con una enorme red de apoyo humano. Me han cuidado de mil maneras la familia, las amigas, las compañeras de trabajo, hasta mi jefa. Algún amigo también me ha acompañado en el camino, pero el apoyo emocional, el mas importante para afrontar la nueva etapa de la vida, ha sido casi exclusivamente femenino.

La experiencia me ha cambiado personalmente. Ahora valoro mucho más lo emocional, el cuidado de las personas, de los amigos. Incluso la forma en que me enfrento a los proyectos en los que participo es distinta. Lo hago desde el concepto de cuidado.

En algunas de las propuestas políticas de los últimos años se empieza a hablar de la necesidad de caminar hacia una sociedad de los cuidados, un concepto que debería formar parte de una forma estructural de la organización de los servicios y prestaciones del Estado de Bienestar. No estoy en desacuerdo, pero solo con lo estructural no basta. Es necesaria una auténtica revolución cultural, una revolución de los corazones, especialmente de los corazones masculinos.

Compromisos éticos

Lo mismo nos sucede en el Sistema Público de Servicios Sociales con el concepto de atención centrada en la persona. Estoy completamente implicado y convencido de que ese es el camino y estamos trabajando en lo estructural. Queda camino por hacer, pero como paciente sé cuándo la persona que me está atendiendo se centra en mí y cuándo no. Debemos atender lo estructural, pero resulta imprescindible que los profesionales, especialmente los que trabajamos en una relación de ayuda, asumamos nuestros compromisos éticos con nuestros atendidos.

Queridos amigos y compañeros, hace años que las mujeres nos llevan diciendo que nuestra forma de enfrentar la vida emocional es incorrecta. Escribo este artículo, sencillamente, porque he comprobado desde lo más profundo de mi persona que tienen más razón que un santo.

Sé que lo que voy a decir a continuación como conclusión final es excesivamente simple y esquemático; la dimensión de un artículo de prensa no da para más, pero en lo esencial te quiero decir que si eres de los que te gustaría cambiar el mundo para hacerlo más habitable, creo que deberías aprender de nuestras madres, hermanas, amigas y compañeras a amar más y competir menos y si eres una mujer que participa o quiere participar de la gestión de lo político y del poder, no te dejes arrastrar por la corriente dominante y mantengas lo que más nos puede ayudar como sociedad.