El tema de la energía eléctrica se me asemeja a las drogas, cuando alguien empieza a consumir, cada vez se le produce mayor adicción y paga por obtener su dosis lo que haga falta. En el modelo de sociedad que vivimos casi todo lo que hacemos tiene una necesidad de conexión eléctrica más necesaria, y esto nos conduce a no limitar su consumo, más bien al contrario, su carencia significaría un caos para nuestras vidas y es aquí donde tenemos que buscar y encontrar la solución al dilema: ¿debemos continuar enganchados a los cárteles productivos de este servicio? O encontrar caminos alternativos, que los hay

Para esto último debemos exigir no tropezar con toda clase de impedimentos. Aún recuerdo cuando quienes deseaban producirse su energía a base de placas solares, el gobierno del momento impuso un impuesto al Sol, mayor felonía no se puede hacer, por fortuna esto ya pasó a la historia, pero sin duda queda todavía mucho que corregir.

Pequeña minoría

Pero continuemos con el análisis de lo que sucede en la actualidad sobre esta materia. Por una parte tenemos a los productores, los hay de todos los tamaños, aunque el dominio está en manos de una pequeña minoría que controla las centrales nucleares, hidráulica, ciclo combinado y, en buena medida, las renovables ambientales. A continuación tenemos la operación y el transporte de electricidad, esto lo gestiona de manera exclusiva Red Eléctrica de España, cuyo accionista mayoritario es el Estado de España a través de la SEPI, un 20%. Por último tenemos la figura de los operadores comercializadores, son las empresas que suministran la energía eléctrica a los consumidores finales, aquí también encontramos a las principales compañías productoras; como pueden entender un bonito entramado en el que todos forman parte del negocio eléctrico.

Ahora intentemos aclarar lo que significa en nuestra factura los costes regulados en electricidad, que suponen un 60% del total y que se desglosan de la siguiente manera:

Peajes. Se fijan mediante orden ministerial y se dedican al pago del transporte y la distribución. Son los costes de Red Eléctrica de España y las distribuidoras (operadoras).

Incentivos a las renovables (energías limpias). El 38,29% de los costes regulados.

Tasa CNMC. Es un 0,15 %.

Déficit de tarifa. Pago de la deuda con las compañías eléctricas que contrajo el Gobierno entre 2000 y 2013.

Otros costes regulados. No vamos a relacionarlos porque no añadirían información de valor a este capítulo.

Lo siguiente será la definición de los impuestos:

Tasa municipal. El 1,5% sobre los costes anteriores y que cobran los municipios.

Impuesto eléctrico. El 5,11% sobre la energía consumida y la potencia.

IVA. El 10%, se aplica sobre el total de la factura.

Pero pongamos nombre a esas principales compañías eléctricas de las que hemos hablado en genérico a lo largo de este artículo, merece la pena conocerlas un poco:

IBERDROLA. De sus veinte principales accionistas ninguno de ellos es español; el 1º es de Qatar (Qatar Holding); el 2º es de EEUU (BlackRock) siendo también accionista del Banco de Santander y del BBVA; el 3º es de Noruega (Norges Bank); el 4º es de EEUU (The Vanguard Group) y el 5º es de EEUU (Capital Group) es también accionista del Banco Santander y de Red Eléctrica de España. El beneficio obtenido en 2020 fue de 3.511 millones de euros.

ENDESA. El principal accionista es Enel Energy con un 70% del capital bursátil, es una empresa italiana en la que el 23,6% pertenece al Ministerio de Economía y Finanzas del Gobierno de Italia. El beneficio obtenido fue de 1.394 millones de euros.

NATURGY. Sus cuatro principales accionistas son: CriteriaCaixa (primer accionista de CaixaBank); Rioja Acquisition (empresa de Luxemburgo); Gip III Canary (empresa de Luxemburgo) y Sonatrach ( empresa de Argelia, dedicada a los hidrocarburos y en especial al gas). El beneficio esperado fue de 1.026 millones de euros.

Normativa europea

Una vez expuesto el escenario y los actores (los mejor pagados) que conforman la producción y el servicio de la energía eléctrica, deberíamos ser capaces de entender el motivo por el que nuestra factura, como usuarios finales, tiene esa enorme dificultad para ser comprendida, y es que en el proceso de producción los costes sufren un enmascaramiento descomunal, pues se aplican en base a acuerdos, llamémosles, políticos y no en cálculos reales. Esto es lo mismo que si vamos a la carnicería y compramos lo que sea en cada momento y el carnicero nos dijese: solo tengo un precio para todo tipo de carne y es el del solomillo de ternera, ¿lo aceptaríamos? Seguro que no, pues aquí debe suceder lo mismo (las eléctricas facturan siempre por el producto más caro: el gas).

Con relación a esto el Gobierno, por fin, ha empezado a realizar alguna corrección: la primera con respecto a los impuestos, aquí no tiene crítica alguna siempre que se mantenga dentro de la normativa europea, y la segunda, ha venido a decir, continuando con el símil de la carnicería, que el precio del solomillo tenga un tope, esto también es una medida adecuada, pero deberíamos ir más allá: que el coste general sea la media de la producción en sus diferentes formas.

Debemos empezar a exigir a los gobiernos que en ciertos recursos (agua, electricidad… ), que son necesarios para todos los componentes de la sociedad, se limite el porcentaje del beneficio de las empresas explotadoras de ellos, de este modo podríamos hacer compañías más sociales y todos veríamos la luz con más claridad.