Se cumplen 25 años del concierto de Michael Jackson en Zaragoza y algunos medios me invitan a rememorarlo. Fue un acontecimiento. La capital aragonesa consiguió ser la única sede europea de aquella gira —'World History Tour'— del Rey del Pop. Se vendieron todas las entradas (45.000) y se acreditaron 300 medios de comunicación, de muy diversos países. No solo en prestigio y retorno en servicios (hoteles, restaurantes, comercios, transportes…) fue una operación rentable; además, el Ayuntamiento de Zaragoza, como organizador, ingresó 20 millones de pesetas.

Estuve con Jackson dos días en Praga (donde vendió 150.000 entradas) y tres en Zaragoza. Al aeropuerto zaragozano llegó en un avión ruso Antonov con 250 personas a bordo. Al margen de múltiples episodios y anécdotas, intenté convencerlo para que el 31 de diciembre de 1999 volviera a Aragón para, desde alguno de nuestros mágicos escenarios naturales, ofrecer al mundo un concierto único dedicado al cambio de milenio. La idea le hizo gracia y nos pidió un proyecto, que no llegaría a prosperar, como tampoco otra idea suya, consistente en ofrecer dos 'shows' consecutivos, uno en Australia, el 1 de enero del 2000, ya en el siglo XXI, y otro, a continuación, en Hawái, volando contra el cambio de hora y 'regresando' al siglo XX.

El éxito de Michael Jackson avaló el proyecto de convertir Zaragoza en una ciudad del espectáculo. Entre 1995-99, dos millones de personas disfrutaron de los eventos y actividades musicales organizadas por el ayuntamiento, muchas con primeras estrellas. No como una serie inconexa de oportunistas o esporádicas propuestas, sino como parte de un proyecto oficial que, sin embargo, a partir del año 2000, sería cancelado como tal programa.

Zaragoza debería hoy recuperar aquel reto y convertirse en una capital de la música popular. Además de sus extraordinarias comunicaciones, posee un magnífico equipo de producción, salas como el Auditorio o el Príncipe Felipe y una Romareda infrautilizada. Remodelar ese coliseo adaptándolo a las necesidades del futuro, prever, en su reforma, la adaptación a nuevos usos, como la organización de grandes conciertos, podría dar el pistoletazo de salida a una nueva época de esplendor musical y cultural.

El objetivo está al alcance.