Todos nos escandalizamos ante las consecuencias que el Brexit está teniendo para el pueblo británico, entre las que destacan la falta de trabajadores y trabajadoras esenciales y la escasez de suministros como gasolina o determinados alimentos. Como ciudadanos y ciudadanas europeos somos conscientes de que la campaña proBrexit fue un ejercicio de populismo elevado a su máxima potencia. Donde personajes como Dominic Cummings y partidos políticos jugaron un papel fundamental para atraer el voto del Leave (irse) utilizando todas las herramientas que tenían a su disposición, «jugando» con los datos y desdibujando la línea que delimita lo que es verdad. Desgraciadamente, el populismo no se limita al escenario político, sino que afecta a otras áreas de nuestra vida y sociedad. A nivel educativo, los programas bilingües han sido y son una herramienta populista utilizada para agradar a las familias, donde el fin justifica los medios y el idioma se convierte en un simple elemento promocional para atraer alumnado al centro.

Expertos en vocabulario técnico

Pero no es oro todo lo que reluce, con ratios de alumnado elevadas y sin profundizar en un verdadero desarrollo de las destrezas, el bilingüismo simplemente convierte al alumnado en expertos en vocabulario técnico. Además, está contrastado por numerosos estudios que es necesario afianzar la lengua materna para poder adquirir conocimientos sólidos de una segunda lengua en la que no se esté inmerso.

Todos nos echaríamos las manos a la cabeza si el Reino Unido, en lugar de contratar a camioneros europeos, decidiese seleccionar a británicos con carnet de ciclomotor y, ya de paso, con ocho apellidos galeses. Pues una medida similar a esta situación se está dando en nuestra comunidad autónoma a nivel pedagógico.

Recientemente se ha publicado una oferta de plazas docentes sin el requisito de formación pedagógica (Máster del profesorado o el antiguo CAP), pero con la exigencia de un título de idioma extranjero nivel C1. Esta medida supone una devaluación de la formación pedagógica que recibe el profesorado a través del Máster Universitario en Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria, Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanzas de Idiomas, Artísticas y Deportivas. El hecho de que se anteponga un título de idiomas a una formación pedagógica es una clara muestra de las líneas estratégicas y didácticas que definen a nuestro actual modelo bilingüe.

Muchos culpables

Es cierto que es muy fácil ponerse el traje de capitán a posteriori y decir ahora que «yo ya lo decía hace años y sabía lo que se tenía que haber hecho». Podemos señalar muchos culpables (políticos, asesores técnicos, docentes, sindicatos, padres y madres, etc.) Pero, como con el Brexit, los efectos del bilingüismo ya están siendo más que visibles y evidentemente no solo afectan a las condiciones laborales de los docentes, sino principalmente a la formación que recibe el alumnado.

Una de las características de este sistema bilingüe es que principalmente es segregador. No debemos olvidar que la lucha de clases está más viva que nunca, aunque algunos intenten ocultar la realidad bajo el paraguas de la omnipresente clase media a la que todo el mundo cree y quiere pertenecer como si de un grupo bilingüe se tratara.

Cada vez son más los centros educativos y las familias que están apostando por una vuelta a sus proyectos educativos fuera del bilingüismo. Si no mejoramos el modelo actual puede que, irónicamente, se repita lo acontecido con nuestros vecinos británicos y nos encontremos ante un referéndum pedagógico sobre el bilingüismo, en el que el 'Leave' (irse) en esta ocasión supere también al 'Remain' (quedarse).