Gobierne quien gobierne en España, el telediario es y será siempre su evangelio ideológico, su biblia negra. La voz de Moncloa se oye en sordina en las principales noticias y su largo dedo se adivina en su emplazamiento, distribución, planteamiento, duración… Pero, como el resto de partidos también mete cuchara, y sus líderes van saliendo en antena, nadie protesta demasiado, a la espera de que cambien las tornas y el nuevo partido o alianza cambie a su vez a los responsables del telediario.

En los actuales informativos, su director, Carlos Franganillo, viene abriendo desde hace un mes con el recibo de la luz. Antes (durante año y medio) fue el covid. En aquella campaña, de apariencia didáctica y sanitaria, se perseguían claros objetivos de adoctrinamiento de masas, hasta que la rebeldía de algunas comunidades autónomas rompió el rutinario bucle de noticias en torno a la vacunación para despertar un debate que la tele pública no supo cómo controlar.

Ahora, según podemos ver a diario, la campaña de TVE se centra en el ataque nada disimulado a las grandes compañías gasísticas y eléctricas. Los funcionarios de Prado del Rey han diseñado toda una batería de titulares y reportajes, tertulias y debates para persuadir a la opinión pública de que la culpa de los sobrecostes la tienen las direcciones de esas empresas, unas públicas o semipúblicas, las más privadas, recargando los recibos para evitar pérdidas o enriquecerse. Machaconamente, boletín tras boletín, día tras días, los bustos parlantes hablan del récord al alza del megavatio hora y del negro panorama que nos espera. Los empresarios y sus patronales (títeres, como los sindicatos, del gobierno) se defienden, claro, pero tan torpemente como hacen siempre y, en consecuencia, la campaña televisiva de Franganillo y compañía va demonizando a las eléctricas, que era de lo que se trataba… ¿Para qué?

Muy probablemente, para intervenirlas de alguna manera, como se intervino el carbón (eliminándolo progresivamente) o como se pretende intervenir (topándolo, según el nuevo palabro de moda) el régimen de alquiler de viviendas.

Con el intervencionismo estatal a la vista, lo primero es convencer al usuario que se hará por su bien. Y para eso sigue siendo fundamental la teletonta…